Con tan solo pasear o pasar por nuestra ciudad, la que fue hermosa y galante, me atrevía a alabar su netedat com un mirall. Ello sucedió en otros tiempos, lamentablement aquel Mahón apenas se recuerda. Por supuesto las autoridades llevaban este asunto a la orden del día. En los años veinte del pasado siglo XX, el excelentísimo Ayuntamiento, según escuché, contaba con tres barrenderos con escoba y pala, algunos ayudantes procedentes de la casa de Misericordia, un carruaje tirado por una mula, el basurero encargado de recoger los montones de basura callejeros, amén de papeles y desperdicios esparcidos por doquier, debido a ráfagas de viento, entre otros. Las verdaderas limpiadoras, los auténticos brazos de ayuda sin recibir céntimo alguno, provenía de las sufridas mujeres que todas las mañanas limpiaban su territorio, o sea de dos metros y medio a tres incluso a veces algo más si contaban con garaje a su cargo. Las amas de casa se encargaban de eliminar cuantos indeseables improvistos se encontraban, justo al salir a la calle.
Las noches con sus tabernas y sótanos a ras de calle se encontraban en alza como se dice en la actualidad, donde el vicio proliferaba. Gran parte de la suciedad provenía de la noche, calles en las que no faltaban variedad de colillas desde pota, masillos (el tabaco de los obreros y soldados). Debería atreverme a escribir, y no me atrevo por no saber cómo abordarlo, sobre el tema de los «vaciados de estómago» por mor de la bebida de aguardiente, fuertes licores procedentes de países latinos, vinos y el número uno de un buen bebedor, me refiero al gin fornero i resopons que tanto se estilaban en aquellos momentos.
Otras inmundicias fueron los mal llamados sipiots, que tanto enfadaban a las mujeres abordándolos con lejía, zotal o salfumant, intentando combatirlos con mucha agua de la fuente y ceniza del fogón. De encontrarse sobre las aceras manchones de aceite, grasa o alquitrán, las rascaban con una cuchilla. Y créanme apreciados lectores, ellas combatían cuanto encontraban, sabían poner remedio a todo. Y aquí deseaba llegar. Va siendo hora que nuestro encargado del tema inste a los responsables a que mantengan nuestras calles y plazas en buen estado. Hemos llegado al tope. Mahón jamás se había visto como lamentablemente la observamos ahora. Si no hay suficiente maquinaria, se debe bajar de la misma y poner empeño, remedios los hay. Sin olvidar que la unión hace la fuerza.