Como la pela es la pela y siempre hay quien esta dispuesto a aumentar sus beneficios, aparece la modalidad de alquilar por horas las piscinas, y digo yo ¿quién va a controlar la entrada y salida de los usuarios, habrá realquilados, se limitará el número? Pero a mí lo que más me preocupa es la higiene, esa obligatoria cuando se trata de una piscina pública, pero que nos solemos pasar por el forro cuando es particular, o sea para uso exclusivo de la familia, como si los nuestros fueran los más pulcros y aseados del mundo. ¿Y cómo se va a controlar ese pipí que voluntariamente o por descuido soltamos cuando entramos en contacto con el líquido elemento? ¿Habrá vigilantes, cámaras, medios para su tranquilidad, o se va dejar el análisis en manos o boca de los propietarios a su regreso?
Yo, qué quieren que les diga, yo hace tiempo que no me meto en una piscina pública ni en una privada porque no me fío ni de los más alegados y mucho menos de los guiris que las abarrotan por mucho camuflaje de aceite de coco que se pongan, y lo mismo les digo de las playas, esas criminales orillas arenosas que son constantemente besadas por las suaves olas y que pierden su poética imagen si te las imaginas portadoras de líquidos innombrables, sudores y lágrimas. A mí que me dejen la ducha de casa y punto.