Anegada en la inmundicia corrupta del PSOE, Francina Armengol sueña cada noche con algún traspiés del Govern de Marga Prohens que le permita, cuando menos, tomar una bocanada de aire para seguir existiendo políticamente, como mínimo mientras no se amplíe el ámbito de la investigación del caso Koldo/mascarillas que, a buen seguro, ha de provocarle auténticas pesadillas.
El riesgo, sin embargo, es que esa desesperación le haga cometer errores de bulto, como el intento de movilización del sector educativo por algo tan inconcreto e inocuo como la especificación en la Llei Educativa de les Illes Balears del carácter vehicular -junto con el catalán- de la lengua oficial del Estado, el castellano.
Prohens y su conseller ya han aclarado que eso en nada afectará a la autonomía y a los proyectos lingüísticos de cada centro escolar, es decir, que todo va a continuar exactamente igual en ese ámbito, con la garantía de que se seguirá impartiendo en catalán como mínimo el 50% de la carga lectiva.
Pero, claro, cuando la monaguilla de Pedro Sánchez toca a rebato, todas las organizaciones afectas a la izquierda en Balears -las mismas caras de siempre- se movilizan. Resulta irrelevante si hay motivo, o si los movilizados son capaces de explicarlo, no hay que dejar que la realidad nos chafe una buena consigna. De manera que estamos asistiendo a un intento -bastante tímido, por otra parte- de resucitar las famosas camisetas verdes. Al tema lingüístico se pretende añadir ahora el embuste de que la enseñanza pública está discriminada frente a la concertada -patochada que debería sonrojar a sus emisores, si es que conservan esa capacidad- y otros mantras típicos de esa amalgama que conformó los pasados Pactes de progres (sin tilde) en nuestra comunidad.
En las más húmedas ensoñaciones de estos agentes del sanchismo, Marga Prohens habría mutado en el inefable José Ramón Bauzá y sus dislates, y ellos conseguirían repetir el éxito de la manifestación de 2013. El disparate y la desmesura es de tal proporción que ni siquiera muchos de los que vistieron esas camisetas entonces -entre los que me encuentro- logran adivinar a qué viene este evidente exceso en la respuesta a una mera declaración política sin efecto práctico alguno.
Han transcurrido dos años de esta legislatura, en los que Prohens está consiguiendo sacar adelante iniciativas con unos socios parlamentarios inestables y nada cómodos. Armengol ve que, o se comienza a dar la batalla en la calle -con causa o sin ella-, o su sino político será el que todo el mundo, menos ella y sus incondicionales -incluido el gallegorquín Negueruela-, percibe desde hace tiempo.
Por eso ha puesto en marcha esta columna de humo verde, tras la que solo se adivina la larga y apestosa agonía del sanchismo y una inacabable travesía del desierto para la izquierda de este país.
Mientras tanto, Prohens interviene en catalán en la conferencia de presidentes, acallando la incomprensible torpeza de Isabel Díaz Ayuso (¿alguien en el PP es capaz de explicárselo?), y dejando claro que no cederá a sus socios de la derecha populista en materia de normalización y enseñanza de la lengua propia de nuestras islas, aunque tampoco esté dispuesta a que se trate el castellano como si fuera una lengua extranjera.