Vivimos una época en la que cualquier noticia sobre escándalos de presunta corrupción en el entorno del Gobierno de Pedro Sánchez y del Partido Socialista queda superada por otra aún más grave en cuestión de 24 horas. Hay días, incluso, en los que tenemos noticias mañana, tarde y noche. Una borrasca de informaciones que se publican a raíz de las investigaciones de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil y que, si estuviéramos en un país normal, ya habrían provocado la caída de todo el Gobierno y la convocatoria de elecciones generales.
Ábalos, Koldo y Santos Cerdán, además de Pedro Sánchez, tienen algo en común que afecta directamente a los menorquines: su presunta corrupción utilizando el Ministerio de Fomento y Transportes. ¿Por qué digo que afecta a los menorquines? Sobran los motivos, pero destacaré que, mientras ellos se dedicaban a elegir mujeres de un triste «catálogo», en Menorca veíamos peligrar nuestra conectividad aérea.
La desidia a la que nos ha llevado el PSOE en materia de conectividad merece ser reprochada. Si analizamos a los tres últimos ministros de Transportes que ha tenido España, no encontramos ninguna medida positiva para Menorca. Ábalos estaba más preocupado por colocar a sus «sobrinas» en empresas públicas; Raquel Sánchez, en una OSP con Barcelona que nació muerta; y Óscar Puente, más activo en redes sociales que en el BOE, nos lleva ahora a una nueva licitación de OSP que cuesta 60.000 € más al mes por cinco meses de servicio, frente a los seis que teníamos antes. Es decir, sube el precio por plaza subvencionada, se reduce el periodo de cobertura y se eliminan plazas.
Mientras Més-Sumar, Junts, ERC, Bildu, PNV y BNG siguen protegiendo al «capo» Sánchez, Menorca paga más y vuela menos. Y la vorágine informativa puede contribuir al objetivo que persigue este gobierno: anestesiar al ciudadano para que le cueste diferenciar la realidad de la ficción cuando por desgracia todo es real.