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¡Despierta Unión!

| Menorca |

Pol Morillas, director del CIDOB, en su magnífico ensayo «En el patio de los mayores. Europa ante un mundo hostil» cita una opinión que, creo, refleja claramente el momento de Europa: «los europeos estamos pagando por una carretera que construyen los chinos y que los rusos pueden bloquear en cualquier momento». Es un caso real (en Georgia) que resume qué le pasa a Europa (UE).

Pero empecemos por lo inmediato, lo actual, lo que está sucediendo cada día. La Administración americana ha generado, como mínimo, incertidumbre; no se trata solo del caos arancelario, que comenté aquí mismo, hace casi dos meses, sino del síndrome de que todo está cambiando, no se sabe con certeza en qué dirección pero todos los síntomas son muy malos. Para empezar en los EEUU se percibe un freno en la actividad económica, el dólar está perdiendo un 12% de valor, los mercados están inquietos, se empieza a dudar de la moneda refugio y muchas grandes operaciones están a la espera. En España, Urbaser, Grifols, Vodafone, Celsa, Talgo etc. Mientras tanto China va a crecer el 5%.

También en la UE el entorno se está perfilando. Alemania, con un gobierno de coalición PP y socialdemócratas al frente, ha roto el freno constitucional al crecimiento de la deuda pública de 2009; tenía una limitación del 0.35% del PIB, que van a desbordar con la aprobación de un Fondo de 500.000M€ (12% del PIB en 2024) a invertir en 12 años y el gasto en defensa pasará del 2.1% al 3.5% del PIB.

La Comisión, por su parte, ha aprobado el ReArm Europe por 800.000M€ (4,5% del PIB de 2024) en 4 años lo que obliga a superar los límites fiscales establecidos; se trata de una cláusula de escape que rompe con toda la tradición desde después de la IIª Guerra Mundial. Lo que los alemanes (de edad) no podían ni imaginar.

También ha salido adelante la Brújula de la Competitividad que tiene como ejes recuperar el gap en innovación, descarbonización y reducción de las dependencias estratégicas en energía, cadena de suministros y defensa.

Sigilosamente en la Unión se está produciendo un debate a fondo sobre reglas de competencia y ayudas de Estado bajo el estímulo de los informes Letta y Draghi. Aquí presionan los grandes ex monopolios nacionales para poder fusionar competidores nacionales bajo el argumento de tener mercados competitivos frente a EEUU y China. El presidente de Telefónica es particularmente incisivo.

Se acerca la revisión del Marco Financiero Plurianual con la ambición de algunos países de situar la aportación al Presupuesto Comunitario del 1% del PIB al 1.7% en el horizonte 2028-34, con los nuevos instrumentos financieros, como la emisión de deuda mancomunada. Todo muy todavía en mantillas porque los obstáculos no son despreciables.

Entre ellos algunos cruciales. El problema de la emigración se va convirtiendo en una bomba de relojería que puede provocar la pérdida de elecciones (que es una circunstancia que los políticos odian). De ahí que sea muy complicado generar una política activa comunitaria. Como ejemplo más reciente el discurso duro de la primera ministra socialdemócrata danesa, alineada aquí con G. Meloni, al tomar la presidencia rotatoria del Consejo Europeo.

La política agrícola común (hasta ahora intocable) y de cohesión vuelven a ponerse en revisión si la UE quiere cerrar los gaps con EEUU y China. Tanto por la orientación -ya muy obsoleta, y más desde la última ampliación- como por los recursos que requiere. Pero esta también es una patata caliente en la definición del Marco Financiero Plurianual.

Desde el ángulo del equilibrio de fuerzas políticas, el grupo socialista va mostrando su insatisfacción y discrepancias con el equipo de von der Leyen. Prefieren un mayor compromiso con la Unión tanto en Fondos Propios como en Préstamos conjuntos, y les molesta el apaciguamiento del PPE a los grupos de ultra derecha.

Mientras tanto Draghi no deja de criticar la lentitud de la intervención pública europea, y las ayudas nacionales respecto de los intereses europeos. Se dice que «el tiempo medio de un acto de la Comisión es de unos dos años y la puesta en marcha es de unos cinco años».

Pero para terminar volvamos al principio. Pol Morillas formula una idea sugerente y gráfica. Se pregunta qué es más útil, si el poder o la potencia. Qué capacidades se requieren para poder transitar desde el «poder» (que se le supone) a la «potencia» (que es cómo actúa).

Europa ha desempeñado un buen papel en la crisis de la covid, incluso en la primera fase de la Guerra de Ucraina. También lo hizo bien el BCE con el «Whatever it takes» de Draghi. En resolver problemas urgentes y graves.

Pero tiene la UE capacidad de incidencia política? En esta segunda fase de la Guerra de Ucraína -es verdad que el efecto Trump lo ha trastocado todo – la Unión ha quedado marginada; también puede perder influencia en Moldavia, Serbia y Georgia. Entre EEUU y China la UE ha quedado como atrapada.

Somos conscientes de nuestras debilidades financieras, tecnológicas y sobre todo institucionales (voto unánime) porque conocemos nuestra trayectoria histórica, pero hasta recientemente no nos habíamos dado cuenta que, además, tenemos el enemigo en casa. Los (llamémosles) euroescépticos son una fuerza importante en el Parlamento y sobre todo en algunos Países. Estos grupos no consideran los derechos humanos, el acervo cultural y espiritual de Occidente, son contrarios al multilateralismo y se centran sólo en interés nacionales. Cada vez son más numerosos y presionan al PPE para escorar la coalición gobernante hacia posiciones antieuropeas.

En definitiva, ante este panorama, o espabilamos o el futuro es más bien negro.

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