Por fin llegó el momento de felicitar o cumplimentar a gentes anónimas que durante todo el año intentan ayudarnos en momentos de duda o falta de decisión. Digo bien al ir a comprar o adquirir algún aparato o electrodoméstico, jardinería, prendas de vestir, calzado y tantas cosas más como al acudir al Ayuntamiento de Mahón donde se encuentran funcionarias siempre dispuestas a tenderte la mano, siempre amables y amigablemente. Algo tan humano que llegó el momento de públicamente darles las gracias por tal ayuda.
Mi intención es agradecerles sus trabajos de cara al público, intención con la que a buen seguro algunos no estarán de acuerdo con esta servidora, aludiendo que por algo cobran. Si bien ello es cierto soy de las que piensan que ya se sabe que se hace lo mismo remunerado, pero se agradece que se trate de un empleado amable y cordial, presto, repito a ayudar a quien acude.
Sin ir más lejos, refiriéndome a cuantos acudimos a ventanillas modernizadas exigiendo a los clientes que nos valgamos por nosotros mismos ante una pantalla sin voz, totalmente desconocido, camuflado en el exterior de la oficina. Lamentablemente somos muchos los que coincidimos y no llegamos a comprender por qué las altas jerarquías arrinconaron a personas humanas que valían «un perú». Una auténtica equivocación. Este es el razonamiento de la mayoría de chicos mayores, que hemos entrado sin darnos cuenta en la vorágine del mundo del teclado y la mudez, ni hablan, ni comentan, ni tan siquiera se molestan en orientarte en cuál sería la mejor operación, la más oportuna.
El tema es parecido con la actitud adoptada por las firmas bancarias o de cajas, como se las conoce. De un tiempo a esta parte se mandan al cliente a ingresar o retirar su dinero en plena calle haga frío o calor. Teniendo en cuenta que el usuario nada sabe de juegos con las maquinitas sordas y mudas que se han ido instalando, muchos critican a los responsables de la cosa pero no es justo que tengan que escuchar las quejas sus empleados ya que, al fin y al cabo, son eso, «empleados» de quienes marcan las pautas.
Finalizo mandando un saludo de admiración por su profesionalidad y manera de ser a los empleados de CaixaBank de Sant Lluís: Elena Ruiz, Vicky Cantero, Catalina Vidal y Dani Carvajal, entre otros. Recibid toda mi admiración.