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Día Internacional de las Habilidades de la Juventud

El reto de educar corazones, no solo cerebros

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Cada 15 de julio, en el Día Internacional de las Habilidades de la Juventud, tenemos una oportunidad para detenernos a pensar en qué y cómo estamos formando a nuestros jóvenes: ¿Personas o solo profesionales? ¿Corazones y cabezas al servicio del mundo o únicamente cerebros afilados para competir?

Vivimos tiempos en los que el éxito se mide en logros académicos, en titulaciones, en competitividad. Las universidades y centros educativos parecen a menudo fábricas de «macrocerebros»: mentes brillantes en técnica, ciencia, gestión. Y, sin embargo, muchas veces adolecen de la formación más esencial: la de las habilidades humanas.

Hoy, más que nunca, necesitamos trabajar con nuestros jóvenes no solo su capacidad de análisis y especialización, sino también su humanidad. La escucha empática, el diálogo respetuoso, la creatividad al servicio del bien común, la capacidad de construir puentes entre culturas. Estas habilidades blandas no son un complemento: son el corazón de una verdadera educación.

Formar en el encuentro de culturas no es una opción, es una urgencia. Así tuve la oportunidad de trabajarlo en la fundación del Papa Francisco, Scholas Ocurrentes, como principio ineludible de la visión de una humanidad que debería progresar llevando por bandera «el encuentro». Vivimos en un mundo globalizado donde lo diferente ya no es lejano, sino vecino. Educar en la apertura, en el respeto, en la cooperación, es preparar a la juventud para liderar el mundo de mañana con sabiduría y compasión.

El Papa Francisco lo recordaba con fuerza:

«La misión educativa debe integrar la cabeza, el corazón y las manos. Pensar, sentir y actuar. No basta con saber mucho si no se sabe vivir junto a otros, si no se sabe transformar el conocimiento en bien común».

En este Día Internacional de las Habilidades de la Juventud la apuesta es clara: acompañemos a los jóvenes en su formación académica, sí, pero sobre todo impulsemos en ellos las habilidades del alma. Enseñémosles a encontrarse, a abrazar la diversidad, a construir juntos.

Con la experiencia de haber trabajado como consultora de formación para grandes compañías, para mí las soft skills (o habilidades personales) más importantes para la juventud, que les ayudan en su enfoque humano, son:

- Pensamiento crítico y resolución de problemas: Capacidad de analizar situaciones, cuestionar, buscar soluciones creativas y tomar decisiones informadas.

- Comunicación efectiva: Expresar ideas con claridad, escuchar activamente y dialogar respetuosamente con distintos interlocutores.

- Trabajo en equipo y colaboración: Saber cooperar, aportar al grupo, resolver conflictos y construir en conjunto, especialmente en entornos diversos.

- Creatividad e innovación: Generar ideas nuevas, encontrar soluciones alternativas y adaptarse a los cambios con una mentalidad abierta.

- Gestión emocional y resiliencia: Manejar el estrés, adaptarse a los fracasos, controlar las emociones y salir fortalecido de las dificultades.

- Competencia intercultural: Entender, respetar y trabajar con personas de diferentes culturas, religiones y formas de vida.

- Autonomía y responsabilidad: Gestionar el propio aprendizaje, organizarse de manera independiente y asumir compromisos con seriedad.

- Ética y responsabilidad social: Actuar con principios éticos, conciencia social y compromiso hacia un impacto positivo en el mundo.

No necesitamos solo grandes cerebros. Necesitamos grandes personas.

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