Buenos días desde la mar de nuevo. Esta semana pasada es una de las más esperadas por un viejo llaüt como yo ¿se imaginan por qué? Les voy a dar alguna pista. Es la única vez en todo el año en que un grupo de embarcaciones se pone más o menos de acuerdo en navegar todas juntas con un propósito que no es ganar una regata o carrera. En esta ocasión se supone que en buena harmonía y en son de paz arropamos a una embarcación que transporta a nuestra patrona.
¿Lo han adivinado? Estoy seguro que sí, y más si son aficionados a la mar y a la navegación. Esta semana hemos celebrado el día de la virgen del Carmen. Nuestra patrona, tanto de barcos de todo tipo, desde los clásicos hasta los más modernos (supongo yo que así será) y a hombres y mujeres de mar. Debo suponer también que incluye tanto a experimentados pescadores y lobos de mar como al vecino que me amargó la preciosa procesión en el puerto de Mahón pretendiendo adelantarme en todo momento, cortarme el paso en pos de conseguir la mejor posición para tomar la mejor foto de la virgen floreada a la orilla de la base militar mahonesa. En fin. Es lo que hay.
Pues sí, todo un año esperando este momento. Me pusieron bien bonita para la ocasión ya que me adornaron con banderas multicolores y alguna flor. Todo para estar bien reluciente este precioso día. La banda de música se escuchaba a lo lejos, la Virgen navegaba revestida de una bandera Española, ya que también ostenta el título de patrona de la armada Española. El día espléndido. Navegamos hasta la bocana del puerto. Gente de aquí, gente de allá, barcos de todas las banderas, incluidas curiosamente polacas. Alguna embarcación en lista sexta (de alquiler) con un grupo de clientes degustando manjares menorquines o quizá exquisiteces de otros lares, alguna botella de champagne competía con las de pomada. Público variopinto arropando a la alegre virgen en su día de mar. Un público que oscilaba entre lo tradicional y lo exuberante. Poco que ver con el que venía toda la vida. Y es que los tiempos cambian y la divinidad, por suerte, entiendo yo, no entiende de fronteras. Todo fue una fiesta. La de la mar, la de los pescadores, la de la armada y ahora también; la de la larga flota de barcos que nos visitan de otros mares, la de embarcaciones de alquiler de las cuales espero sea también su guía y los pueda guiar a todos sanos y salvos a los cada vez más repletos y exprimidos puertos menorquines. ¡Cuánto trabajo le estamos dando a nuestra querida Virgen! Con lo tranquila que estaba hasta hace bien poco. Eso sí, a pesar de todo, lucía espléndida y feliz dejando que los rayos del nítido sol del atardecer en el maravilloso puerto de Mahón inundaran su sonrisa y la de sus fieles marineros y marineras. Buena proa y hasta la semana próxima.