Lo dijo Graham Greene: «Siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al futuro». Graham Greene, 1904-1991, fue un escritor británico que exploró en su obra la confusión del hombre moderno y trató temas de política contemporánea. Los niños son la puerta del futuro, la frase tiene cuando menos algo de verdad, y hay que cuidarlos y no exponerlos a riesgos importantes, como por ejemplo publicar sus fotos en internet, algo que a primera vista puede parecer inofensivo. Pero si nos paramos a pensarlo comprenderemos que, si enseñamos a los niños a no hablar con extraños, al subir sus fotos estamos facilitando que cualquier persona acceda a su imagen. Además, las fotografías pueden ser descargadas, manipuladas o utilizadas sin consentimiento en contextos inapropiados. Pueden ser retocadas para crear perfiles falsos o engañar a otros. Seguramente por eso en España, para publicar imágenes de menores de 14 años, se requiere el consentimiento expreso de los progenitores. Se recomienda no compartir fotografías que revelen ubicación, uniforme escolar o rutinas y considerar alternativas como difundir imágenes donde no se vea el rostro. Las opciones seguras pasan por crear álbumes privados con acceso solo para familiares cercanos y comunicar por correo electrónico o plataformas seguras de almacenamiento.
Otra frase de Graham Greene dice: «Hay puertas en el futuro que solo pueden abrirse con sufrimiento». Creo que puede aplicarse muy bien a la situación de los niños de Gaza ahora mismo. Miles de niños han perdido a sus padres, sus hogares y su salud física y mental. Unicef ha descrito la situación como una «mancha en nuestra conciencia colectiva». Pero a pesar del horror, muchos siguen jugando, aprendiendo y soñando. Organizaciones como Save the Children están creando espacios seguros para que puedan expresarse y recuperar algo de normalidad. Todavía persiste la puerta de la esperanza, aunque es muy estrecha. Un alto el fuego sostenible, acceso humanitario sin trabas y el reconocimiento de sus derechos como iguales a los de cualquier otro niño del mundo son pasos urgentes. La comunidad internacional tiene la llave para abrir esa puerta de esperanza. Pero el sufrimiento es el precio que estos niños están pagando por un futuro que aún no se les ha garantizado. Si según Rainer María Rilke la verdadera patria del hombre es la infancia, con emociones, miedos y alegrías, ¿qué patria les va a quedar a los niños de Gaza?