El gran y añorado escritor José Saramago dejó dicho que la humanidad ha pasado por la Edad de Piedra, la de Bronce y sucesivamente por otras edades hasta culminar en la Edad de la Mentira. En esta, en la que estamos todos inmersos hasta el cogote, «es como si la mentira se hubiese convertido en una costumbre, un hábito, una cultura». Y parece que para los del Partido Popular, siempre tan poéticos ellos, también un arma cargada de futuro. Y así van, hablando de meritocracia e inventándose currículos, tal los de Casado, Cifuentes o Noelia Núñez, el más reciente, la amadrinada por Isabel Díaz Ayuso y aupada por Feijóo –al que le crece la nariz cada vez que habla– al panteón de los dirigentes ilustres de su partido.
Lo del arma cargada de futuro –con permiso de Gabriel Celaya– viene a cuento porque la mentira es la única estrategia que viene practicando el PP para llegar a gobernar, como bien quedó demostrado en su último congreso. Ni siquiera actúan por reacción opuesta, desentendiéndose de la tercera ley de Newton. Y ahora que estaban tan contentos con los casos Cerdán, Ábalos y Koldo va y le sale un Montoro y una Núñez. Con lo de Montoro, Feijóo hizo mutis por el foro hasta que pudo recuperar la compostura (es un decir), y con la Núñez ha querido actuar con rapidez, haciéndola dimitir. Lo gracioso ha sido lo que vino después: «Nosotros sí somos contundentes, no los del PSOE». Eso con un Carlos Mazón que sigue en el cargo meses después del desastre de la DANA o con los 7.291 muertos de la señora Díaz Ayuso durante la pandemia.