Somos muchos los que nos preguntamos qué necesidad hay de inflar, engañar o falsificar supuestos títulos académicos. No se sabe bien si es vanidad, falta de escrúpulos o ganas, sin darse cuenta, de engañarse a sí mismos.
Las dudas surgen a raíz de la crisis de títulos que se ha abierto en canal a raíz de la dimisión de Noelia Nuñez, una mujer joven que se atribuyó títulos que no tenía. A raíz de este lamentable hecho se ha abierto la caja de Pandora y hay CV que han desparecido de instituciones y partidos o que se han corregido deprisa y corriendo.
Los servidores públicos no están obligados a ser titulados universitarios y mucho menos a supuestos másteres aunque nunca está de más, cuando menos, un cierto nivel de formación. Sí están obligados a ser honrados con los ciudadanos y sus respectivos partidos.
La otra vertiente de esta caja de Pandora es el ensañamiento con los que han sido descubiertos en su engaño. Reconocido este y apartados de sus funciones, ahí debería acabar la historia.
La inmensa mayoría de nuestros políticos, en todos los niveles, son personas honradas y necesarias, porque si hay alguna dedicación digna esta es la dedicación al servicio público.
Vivimos tiempos en los que parecer es más importante que ser. Ocurre entre los jóvenes que modifican sus fotos para parecer más guapospara sus fotos en redes. Ocurre en la demanda, tanto entre hombres como entre mujeres, de operaciones de estética para parecer más joven, lo que no deja de ser patético.