Hoy, hablar de lujo ya no es hablar de yates o champán. El verdadero lujo se ha vuelto personal, silencioso, consciente. Y ahí es donde Menorca puede marcar la diferencia.
Nuestra isla tiene todos los ingredientes para posicionarse como uno de los destinos de lujo más auténticos y sostenibles del Mediterráneo. La cuestión es: ¿sabremos aprovechar esa oportunidad?
Los datos del sector refuerzan esta visión: en los últimos diez años, Menorca ha rebajado un 37 % su oferta hotelera de tres estrellas, mientras que la capacidad en establecimientos de cuatro y cinco estrellas ha aumentado un 75 %, superando ya las 21.000 plazas. Este cambio no es casual, demuestra que hay una demanda creciente por experiencias de calidad, sostenibles y auténticas. El éxito de establecimientos como Torralbenc, Son Vell o Masia Son Blanc evidencia que el viajero de alto poder adquisitivo busca algo más que lujo convencional: busca tranquilidad, naturaleza, patrimonio, gastronomía e identidad. Como muestra «The Times», ha situado Son Vell entre los 24 destinos más exclusivos y singulares del mundo en 2025.
Pero hay más. La Isla ofrece una restauración de muy alto nivel, basada en el producto km 0, la innovación y el respeto por la tradición culinaria. Nuestras cocinas -desde el restaurante familiar que mima cada plato hasta las propuestas más vanguardistas- están a la altura de cualquier destino internacional. Y eso es parte fundamental de la experiencia de lujo.
Lo mismo ocurre con el patrimonio: la Menorca talayótica, el patrimonio militar, los espacios naturales, los museos, los festivales de música, las galerías de arte contemporáneo. El comercio también suma a la percepción de exclusividad, las tiendas boutique que apuestan por la artesanía y el diseño local… Porque el lujo no siempre está en lo material, sino en lo que no se puede replicar.
Y sin embargo, aún nos cuesta ver nuestra propia joya, por ello es importante que para poder «vender» Menorca, primero tenemos que comprarla nosotros. No basta con tener un producto excelente. Hay que creérselo, protegerlo y comunicarlo bien.
El lujo ya no es universal, es personal. Para algunos será una cena con vistas al mar al atardecer. Para otros, una experiencia artística en un entorno singular como la Illa del Rei, una cata de vino en una finca centenaria, una demostración de elaboración de queso en un lloc o simplemente caminar el Camí de Cavalls sin cruzarse con nadie. El nuevo viajero busca vivir, no consumir.
Esto no es una quimera: ya está ocurriendo. En los últimos años hemos visto como mercados como el francés, alemán o británico están desplazando sus preferencias desde destinos más saturados hacia una Menorca más refinada, más real. Incluso medios internacionales destacan la isla como alternativa al Caribe por su exclusividad discreta y su valor añadido.
Pero este cambio también nos interpela. ¿Estamos preparados para ofrecer excelencia todo el año? ¿Estamos conectando esta tendencia con el tejido local? ¿Involucramos de verdad a las empresas en esta transformación?
Por ello creo que este es el momento de impulsar una estrategia clara:
• Que priorice experiencias de alto valor que generen retorno local.
• Que refuerce la sostenibilidad no solo ambiental, sino también económica y cultural.
• Que distribuya mejor el turismo en el tiempo y en el territorio.
• Que conecte alojamiento, restauración, cultura, comercio y actividades complementarias con una narrativa común.
• Y que apueste por la formación y la profesionalización de la oferta.
No se trata de hacer de Menorca un destino elitista, hay sitio para todos, sino de ofrecer un turismo más inteligente. Uno que no mida su éxito solo en número de camas ocupadas, sino en valor generado, en calidad percibida y en impacto positivo. La desestacionalización puede empezar por aquí.
Menorca ya es un lujo. Lo que toca ahora es cuidar ese lujo, construir un relato propio y hacerlo sostenible en el tiempo. Porque lo que aquí se ofrece no se puede fabricar en otro sitio. Y eso -en un mundo cada vez más homogéneo- es un privilegio, pero también una gran responsabilidad.