Cualquier gobernante de las Islas daría una Conselleria a cambio de un agosto político permanente. El de este año está resultado especialmente plácido, al menos en su primer tercio, y Marga Prohens ha podido disfrutar de unos días de tranquilidad entre exposición y exposición. Nada que ver con el que se vivió el año pasado, con la inesperada ruptura del acuerdo político entre PP y Vox. Los de extrema derecha no estaban en el Govern balear, pero daba igual: las órdenes de Santiago Abascal se cumplen por muy absurdas que sean y también aquí se rompió un acuerdo que en la práctica no existía.
La salida de Vox de un Govern en el que no estaba ha traído variados desencuentros con el PP y ha hecho que los Presupuestos de la Comunitat se aprueben medio año tarde. De aquellos problemas ha nacido, además, un nuevo líder de Vox en las Islas, hecho a imagen y semejanza de Abascal.
Gabiel Le Senne no hará nada que no le digan desde la dirección nacional de Vox y, paradójicamente, este realidad brindará a Prohens más certezas que incógnitas. Lo que diga Le Senne irá a misa y lo que se negocie con él, también, algo que no podía decirse hasta ahora, con varias personas al mando de Vox tomando decisiones contradictorias y hasta discordantes entre ellas.
Ya puede aprovechar Prohens las calmas de agosto porque, a partir de septiembre, la cosa se complicará para la presidenta. En agosto no hay plenos ni sesiones parlamentarias y eso favorece un inesperado periodo de calma. Es un mero espejismo porque este verano de tranquilidad esconde tensiones crecientes en apenas unas semanas. La secretaria general del PSIB y probable o no candidata socialista dio por inaugurada la campaña electoral hace un par de meses, cuando revalidó su incuestionado liderazgo en las filas socialistas. Ya se ha visto en los últimos meses que la tensión ha aumentado y que cada propuesta que aprueba Prohens es un Vietnam.
De momento, la izquierda está logrando movilizar a unos cuadros de apoyo social que estaban completamente desmovilizados, pero parece difícil que eso le baste para frenar la aparente movilización de la derecha y, sobre todo, de la extrema derecha. La izquierda está movilizando a amplios sectores de la sociedad para buscar el choque con el PP en asuntos como el catalán y el decreto que permite liberalizar vivienda, también en suelo rústico. Habrá que ver si estas movilizaciones calan en la sociedad, más allá de activar a sectores que nunca votarán al PP y que a votaron a partidos de izquierda en las pasadas elecciones.
¿Calará el mensaje anti PP en sectores más amplios de la sociedad? ¿Tendrán consecuencias esas movilizaciones empujadas desde los partidos de izquierdas? Ya se verá. Lo que sí parece es que la gran movilización social espontánea está relacionada con la saturación turística y la vivienda y que ahí sufren izquierda y derecha.