Hay mucha gente con poques feines y mucha imaginación. La última controversia chorra es un anuncio de ropa vaquera protagonizado por la actriz estadounidense Sydney Sweeney, jovencita con la clásica belleza rubia, espigada y de ojos azules. La similitud entre las palabras ‘jeans’ y ‘genes’ en inglés ha llevado a una oleada de críticas feroces acusando a la marca de moda de promover nada menos que la eugenesia. Es para morirse de risa. Y de pena. Los locos del wokismo tienen la mirada afiladísima a la búsqueda constante de nuevas víctimas a las que anular -cancelar lo llaman ellos- en un grotesco resurgimiento del terrible macartismo de los años cincuenta del siglo pasado. O de la persecución brujeril de la inquisición medieval. Lo más divertido es que quienes se arropan con esta ideología se creen izquierdistas y progresistas cuando el único afán de su cruzada es prohibir, borrar, aniquilar al disidente. No hay resquicio para el pensamiento libre, la discusión o la crítica, uno debe adherirse a sus postulados como quien se arrima a una secta: todo o nada. Qué triste que esta forma de pensar monolítica, que ve demonios en cada palabra, cada letra y cada coma sea patrimonio de los más jóvenes. ¿Dónde queda la rebeldía, las ganas de cambiar el mundo? Dirán que ellos quieren una sociedad más libre y blablablá, pero lo que propugnan es un apostolado rígido y miserable que despierta fantasmas del pasado sin haberlo estudiado siquiera. ¿Acaso saben quién fue McCarthy? ¿Qué hizo la Inquisición? ¿Qué es la eugenesia? Al margen de eso, está claro que tener buenos genes es una bendición, que a esta chica blanca, rubia y preciosa no le falta nada y que reivindicar el derecho a ser feo está muy bien.
Sin comentarios
No hay ningún comentario por el momento.
Lo más visto
Vuelca un camión grúa en Cala Rata
Condenado por coaccionar a la okupa de su piso tocando el timbre durante horas
El decreto que causa un goteo de cierres en el chárter náutico de Menorca: «Se están comiendo los barcos»
Alquilan su piso en Maó para estancias temporales en Airbnb y el Consell les multa con 40.000 euros