Hasta hace poco se hablaba de 2029 ó 2030 como año límite para la supuesta gran guerra europea en la que nos quieren meter los poderosos del viejo continente. Decían, de modo un poco contradictorio, que hay que rearmarse antes de esa fecha para estar bien preparados frente a Rusia. Cualquiera que se deje llevar por la lógica pensaría que para Moscú es más sencillo atacar cuando las defensas están bajas, ¿no? Pero bueno, la lógica no encaja en el relato siniestro de lo que ahora llaman la nueva Troika, ese tridente nefasto con tres puntas de lanza: Keir Starmer, Emmanuel Macron y Frierich Merz, que juntos representan lo más rastrero de la raza humana, apoyados en todo momento por Ursula von der Leyen, la guinda del pastel de nuestro hundimiento.
No contentos con enemistar a toda Europa con Rusia, ahora se lanzan a tocarle las narices a Irán por su programa nuclear. No tendrán nada mejor que hacer, cuando precisamente sus países –Reino Unido, Francia y Alemania– están viviendo crisis económicas y sociales nunca vistas en ochenta años. Será el viejo truco de señalar a un enemigo externo para que los ciudadanos no vean la porquería que les trepa desde el suelo. El caso es que ahora se destapa un nuevo indicio, todavía más tétrico, que dice que todos los hospitales de Francia han recibido una circular que les insta a reorganizar sus protocolos y equipos para hacer frente a la posibilidad de una gran crisis, incluyendo una «eventual guerra a gran escala». Y la fecha es marzo de 2026. O sea, a la vuelta de la esquina. Todas las guerras sirven para hacer tabla rasa, eliminar población sobrante y robar a manos llenas. ¿Por qué me encaja todo tan a la perfección con el perfil de estos miserables?