Menorca vive una paradoja aérea que merece reflexión. En verano batimos récords: 4,17 millones de pasajeros en 2024 y una programación para 2025 que supera las 70 rutas internacionales. Pero cuando el calendario gira hacia el invierno, el debate se repite: ¿hasta qué punto necesitamos la Obligación de Servicio Público (OSP) con Madrid?, ¿cómo gestionarla mejor?, ¿y cómo convertir esta conexión en una palanca para la economía local en vez de una dependencia crónica?
La reciente Orden TRM/344/2025 ha reducido la OSP Madrid–Menorca a los meses de noviembre a marzo, con el argumento de que abril ya puede sostenerse en el libre mercado. El cambio ha reabierto un debate esencial: ¿cómo garantizar la conectividad en invierno sin generar dependencia estructural? ¿Y cómo convertir esta ruta en un motor estable y competitivo para la economía de la Isla?
La ruta Madrid–Menorca lleva bajo régimen de OSP desde 2012, es decir, más de trece años de dependencia. Lo que nació como una medida excepcional tras la desaparición de Spanair se ha convertido en una situación estructural. Esta prolongación obliga a repensar el modelo: ¿queremos mantener una dependencia crónica o evolucionar hacia la autosuficiencia competitiva?
Hoy la OSP garantiza dos vuelos diarios entre noviembre y marzo, con una tarifa de referencia de 110 € por trayecto. El residente paga en torno a 27,5 € gracias a la bonificación del 75 %. Sin embargo, el modelo presenta carencias claras:
- Competencia mínima. La licitación suele atraer a un único adjudicatario.
- Problemas de previsión. Los retrasos en las convocatorias han impedido comprar billetes con antelación suficiente, dificultando la vida de residentes y empresas.
- Tensión en los precios base. Informes de la AIReF y la CNMC han advertido que el incremento del descuento residente ha contribuido a elevar las tarifas de referencia, pese al beneficio directo en el bolsillo del viajero.
El mercado libre, en cambio, muestra que hay alternativas: en abril u octubre es posible encontrar billetes desde 22–43 €, aunque a costa de sacrificar horarios útiles para negocios y conexiones.
A todo esto se suma un contexto económico que sigue siendo frágil en temporada baja. Según el Informe Económico Anual 2024, Menorca apenas capta un 3 % del capital emprendedor balear, pese a haber movilizado más de 10 millones de euros en programas de innovación desde 2021. Tenemos récords de pasajeros en verano, pero una conectividad invernal débil y una economía con poca tracción fuera de temporada.
La OSP debe ser vista siempre como una herramienta de transición. Como suelo decir: «La OSP debe ser un puente, no una muleta permanente». Tras trece años de aplicación, el debate ya no es si necesitamos la OSP, sino cómo usarla estratégicamente para alcanzar la autosuficiencia aérea.
Propongo tres líneas prioritarias a revisar:
1. Optimizar el modelo de OSP.
Ajustar el calendario para cubrir los meses frontera cuando los datos lo justifiquen.
Rediseñar la licitación para atraer a más operadores y aumentar la competencia.
Introducir cláusulas de flexibilidad: si la ocupación media supera el 85 % o si los precios medios rebasan el límite, exigir más frecuencias o aviones de mayor capacidad.
2. Impulsar un mercado más competitivo.
Reemplazar parte de la subvención directa por incentivos en tasas aeroportuarias en temporada baja, estimulando la entrada de más aerolíneas.
Consolidar abril y octubre como meses de transición, garantizando tarifas competitivas y horarios adaptados a las necesidades de residentes y empresas.
Crear un observatorio público de tarifas y plazas, con datos transparentes y accesibles para monitorizar el mercado y reaccionar a tiempo.
3. Generar demanda en invierno.
Apostar por productos turísticos de temporada baja: gastronomía, deporte, cultura, congresos boutique y workations.
Impulsar la cooperación público-privada para campañas de promoción específicas en mercados emisores clave.
Alinear la conectividad aérea con un calendario de eventos que convierta a Menorca en un destino atractivo los 12 meses del año.
Tras trece años de dependencia de la OSP, Menorca tiene que dar un paso más: pasar de la protección a la estrategia. La autosuficiencia aérea no se logrará de la noche a la mañana, pero es el horizonte que debe guiar nuestras decisiones si queremos una conectividad estable y una economía más diversificada.
La estrategia pasa por mejorar el diseño de la OSP en invierno, fomentar competencia real en los meses intermedios y construir un producto turístico y empresarial atractivo todo el año. Si aplicamos esta hoja de ruta con rigor, la OSP podría dejar de ser un símbolo de dependencia para convertirse en la palanca que Menorca necesita: una conectividad alineada con una economía moderna, innovadora y competitiva.