Las últimas medallas de oro que ha concedido el Ayuntamiento de Ciutadella han reconocido la trayectoria y las aportaciones del gran escritor Pau Faner, el presbítero y autor de libros sobre tema menorquín Miquel Anglada; el Cercle Artístic, entidad centenaria y emblemática de la cultura local e insular; el erudito investigador y bibliófilo Gabriel Julià; y en 2019, a título póstumo, al antropólogo Fernando Ortiz (La Habana, 1881-1969). También en 2019 fue aprobada la última declaración de hijo ilustre de Ciutadella, que distinguió a la pedagoga Pilar Benejam, la tercera mujer que recibió la más alta distinción municipal, después de la benefactora Casilda Caimaris y la bióloga Maria A. Cardona, que combinó docencia e investigación.
Todos los galardonados están vinculados a la cultura, la enseñanza y la investigación. La actividad intelectual es el nexo que les une. Sus méritos son evidentes y están acreditados.
Ahora sigue sobre la mesa, sin que aún haya sido posible cerrar el acuerdo entre el Ayuntamiento y la familia, el formato del homenaje que se rendirá al profesor, filólogo e investigador Joan Francesc López Casasnovas.
Llama la atención, al revisar la galería de hijos ilustres y medallas de oro de Ciutadella, la escasa presencia de empresarios, industriales y fundadores de compañías y sociedades que han creado tantos puestos de trabajo y han generado riqueza. Hallamos a Jeroni Cabrisas y Caymaris (sabater), Pere Cortès Moll (sabater), Antoni Vila Juaneda (empresari) y Antoni Seguí Sintes (industrial i catequista).
Corresponde a Ciutadella valorar y reconocer el espíritu emprendedor y la iniciativa de otros hombres audaces. Por ejemplo, Sebastià Triay Fayas. Perseverante y autodidacta, empezó a finales de los 70 con su esposa Antonia Amorós una pequeña empresa familiar que hoy es una compañía menorquina consolidada y diversificada. Bien arraigada en Ciutadella, dinamiza la economía local en varios sectores y con 280 empleos.