Cuando uno se pasea por X se da cuenta de cuánto nos falta aún para llegar a considerarnos personas. La fauna que pulula por esos lares –por desgracia, no son bots– nos retrotrae a tiempos remotos… o a civilizaciones que dudosamente podrían ostentar ese nombre. Un ejemplo reciente lo tenemos en Hanan Alcalde, una mujer granadina convertida al islam, madre de seis niños, casada con un musulmán de Melilla. Su protagonismo se ha disparado desde que forma parte de la flotilla que va rumbo a Israel con otras ‘personalidades’ de la talla de Greta Thunberg o Ada Colau.
Como es lógico, esta mujer puede opinar lo que le dé la gana sobre cualquier cosa de este mundo, y del otro, pero al hacerlo de forma pública deber ser consciente de que será juzgada o contestada. Sobre su decisión de sumarse a la iniciativa de la Sumud, de defender al pueblo palestino y demás no diré nada, es bien libre. Pero no me voy a callar cuando una persona, mucho más si se trata de una mujer y de una madre, habla de «bulo» ante la tragedia de las mujeres –también niñas y hombres– violadas por Hamás el 7 de octubre de 2023.
Uno no es persona cuando se limita a negar una realidad que no le gusta o no le conviene para cuadrar su relato ideológico. Eso es de gentuza. Lo hacen quienes niegan el Holocausto o blanquean la esclavitud. Si te sientes emocionalmente cercano al pueblo palestino, estupendo; incluso si crees que es pertinente el terrorismo para lograr objetivos políticos, genial; pero no puedes tapar la verdad con la etiqueta de «bulo». Basta estar bien informado para saber lo que ocurrió aquel día terrible. El Informe Especial de la Asociación de Centros de Crisis por Violación en Israel está en internet. Léanlo.