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La hora del erizo

¿Un final feliz?

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Quizá recuerde el lector los dos artículos que preceden a este, centrados en la historia de Centralejos, un pueblo imaginario de la España vaciada en el que aterrizó una central de datos justo al final de una devastadora campaña de incendios en la comarca. En el primer artículo sugería que un centro de tecnología avanzada puede ser un cuerpo extraño que no aporte valor alguno al pueblo en que se instala; en el segundo indicaba cómo la experiencia de los voluntarios en la lucha contra el fuego había despertado entre los participantes un sentimiento de comunidad que les llevaba a mejorar su entorno, no solo en el cuidado de los bosques sino en la puesta en valor de su territorio, gracias a la implantación de empresas de regeneración del terreno, impulsada por programas de ayuda estatales y europeos. Se trata ahora de imaginar cómo la experiencia de Centralejos puede ser completada y extendida. Volvemos al año 2030.

El nacimiento de una comunidad surgida de las tareas solidarias ha sido el fruto más importante de la experiencia de Centralejos, pero no el único: las tareas de reconstrucción y reforestación han requerido la presencia continuada de biólogos, ingenieros y arquitectos; muchos de ellos, expulsados de las grandes ciudades por la falta de viviendas asequibles, vieron que podían ejercer su profesión a la vez que vivir en un entorno más amable, lejos del ruido, cerca de la naturaleza y con un contacto humano mucho más rico. Poco a poco Centralejos ha vuelto a abrir su escuela y su centro médico, y ha pasado a ser un pueblo con futuro.

2 La experiencia de Centralejos durante el quinquenio 2025-2030 no ha sido única. En un mundo interconectado como es el nuestro, su historia, muy divulgada por las redes, ha servido para dar forma a una gran variedad de iniciativas. Sus protagonistas no han sido únicamente gente mayor deseosa de huir de la ruidosa soledad de las ciudades. Al contrario: algunos adultos, acostumbrados a afirmar que los jóvenes de hoy no tienen la cultura del esfuerzo, han descubierto para su asombro que muchos jóvenes pueden ser    felices trabajando en tareas no siempre fáciles ni divertidas, pero que tienen resultados visibles para todos, a la vez que disfrutan de una vida social más grata. Poco a poco, la fisonomía de nuestro paisaje ha ido cambiando: lo que eran páramos vuelven a ser cultivos, no tan productivos como los antiguos, pero que conservan mejor el suelo, y en los bosques vuelve a haber ganado que se encarga de mantenerlos limpios.

Nada de lo anterior ha sido rápido, ni sencillo. Ha sido posible gracias a la generosidad y a la persistencia de muchos, y está resultando en una sociedad mejor. Hasta no hace mucho ha sido un proceso nacido de la base, la llamada sociedad civil, tolerado y hasta apoyado por las autoridades bajo gobiernos de diversa composición. Pero ahora se anuncia lo que podría ser un milagro: un proceso iniciado desde arriba, cuyo proyecto detallado se espera para finales de este año 2030: la creación de una Unidad Civil de Emergencias (UCE), complementaria de la UME actual, creada en 2005. La iniciativa merece mención aparte.

El germen de la UCE es la necesidad, avalada por las experiencias de los años 2023-2025, de que todo ciudadano reciba un mínimo de formación para poder actuar en caso de una emergencia; esa formación ha de ser presencial, obligatoria y operativa. Es lógico pensar que los jóvenes de ambos sexos han de tener la prioridad en conseguirla.    Una estancia de unos meses dedicada a ella facilitaría, además, que trabajaran y convivieran jóvenes de procedencias y clases distintas; y también nos recordaría que todo ciudadano tiene obligaciones frente a su país. El Ejército, que tiene larga experiencia en encuadrar jóvenes en una formación específica, sería el candidato a encuadrar la UCE.

La idea de la UCE no ha sido acogida con igual entusiasmo por toda la ciudadanía; podemos esperar una tramitación laboriosa, pero deseamos tenga éxito. Mientras tanto, no olvidemos, al recordar la experiencia de Centralejos, que gestos al alcance de todos pueden dar origen a grandes cambios.

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