Sin duda, Trump ya puede empezar a temblar. Y eso que muchos pensaban que lo del Premio Nobel de la Paz para él era un chiste de mal gusto... pero mira tú por dónde, había quien estaba dispuesto a plantarle cara en esa competición hacia el estrellato universal. Tras el «supuesto» boicot en su visita a la sede de las Naciones Unidas, Donald Trump ha perdido muchos enteros. Que la escalera mecánica se le frenara en seco y que el teleprompter presentara fallos en sus primeros momentos de su alocución le debieron señalar un antes y un después en su vida política. Al menos así le pareció a él.
¿Y quién iba a ser el osado contrincante? Pues no, no es Putin, que anda ocupado salvando el mundo a su manera. Tampoco Xi Jinping, que bastante tiene con sus pandemias y sus globos espía. Ni siquiera Kim Jong-un, siempre tan discreto y preocupado por su corte de pelo. Ninguno de los tres necesita nada del mundo. Ellos ya son el mundo. El contrincante viene de casa. Si, de casa nuestra. Sí, sí, made in Spain. Más cercano, más familiar... más de aquí. Vamos, nuestro amado líder, el presidente consorte como diría Patxi López. Más matrio, como diría Yolanda Díaz.
Ahora bien, no se vayan a creer que nuestro amado líder se ha postulado él solito. Eso sería demasiado descarado. Y más teniendo en cuenta la sencillez y discreción de que se rodea. Ha sido, según cuentan, un cantante y presentador francés llamado Claudy Siar. Porque claro, glamur tiene la cosa. Aunque eso sí, después vino la bomba: ministros desbordados de entusiasmo, asesores en éxtasis, y la legión habitual de fans sacando espuma por la boca. Que ya saben: donde hay premio, hay lametones.
Y claro, si esto cuela, ¿qué será lo siguiente? ¿Eurovisión? Hombre, seguro que arrasamos... al menos en votos patrios. Perdón, matrios. Aunque también habría que preguntarse si a alguien le sigue importando Eurovisión, ese festival donde da igual la canción: lo que cuenta es a quién quieres fastidiar en política exterior. Al menos, director para la orquesta, seguro que conoce alguno muy cercano, en su propia familia, vamos, aunque eso sí, habría que darle los datos del lugar en GPS y un manual de instrucciones, para que no se pierda y localice su oficina.
Pero no nos engañemos: siempre se puede ir más allá. Imaginen que alguno de sus fieles —siempre tan incorruptibles, claro— le sugiriera presentarse a Míster Universo. Sería el no va más definitivo. A partir de ahí, poco más quedaría por ver..., a Papa ya no llegó a tiempo, pero siempre quedan los Grammy Latinos, Goya, Oscar.... Sólo es proponérselo. Y seguro que acepta. Y gana.
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