El mundo gira y cuantos estamos estacionados en él giramos a su manera. Diría yo vertiginosamente. No me agrada repetir que los años, meses, días y horas vienen a ser tal cual un soplo. Reconozco que me atraen tiempos y aconteceres pasados, ello no significa para nada que sea una mujer melancólica pero sí curiosa en estos aconteceres; ¿como vivían, se comportaban, trabajos, costumbres etc.?
Ayer por la mañana me atreví a subir dos peldaños de una de estas escaleras manejables para el hogar, ¡aleluya! Logré llegar a uno de los cajones, el que guarda un sinfín de cuadernos con sus hojas tamaño folio y cuadriculadas, mis preferidas con sus tapas acartonadas -recordándome a las usadas en mi vida escolar- hallando un sinfín de curiosidades recogidas mucho tiempo atrás, bajé los peldaños no fuera a llegar alguno de los míos, encontrándome en aquella situación.
Releí datos muy relevantes de la fundación de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros. Hoy tan solo me limitaré a pequeñeces. No vaya a confundir algún que otro dato. Fundada en 1931 en un punto neurálgico de nuestro Mahón, la esquina de la Ravaleta con la calle del Norte, para ello se derribó uno de los bares más importantes y concurridos. Los hijos de la ciudad hermosa y galante protestaron. Hubo importantes reuniones del señorío adinerado con su fundador, según supe de viva voz de varios mahoneses que tuvieron el honor de tratar con el mismo, persona humana, cordial y amistosa. Se instaló en el recién inaugurado hotel Bustamante, vecino del Casino Mahonés. Edificio espectacular edificado con las técnicas más modernas de la construcción, con sala de estar donde en sus mai vistes butaques los residentes hacían es xubec. Agua corriente en las habitaciones, muy bien instaladas no faltaba detalle, incluso cuarto de baño en cada planta y grifería por donde corría agua caliente.
Su propietario, Ramón Bustamante, se enorgulleció de hospedar a D. Francisco Moragas Barnet, fundador de la caja de Cataluña, poco después pasaron a Menorca, según fuentes del que fue su chófer en su estancia de tres días en esta isla. Por cierto el conductor fue Gregorio Caules Llull, el cual se hizo cliente de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros correspondiéndole el número 5 como cliente y a su vez orgulloso de quedar amigo con el Sr. Moragas.