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La explicitud cansa mucho

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El siglo XXI se ha vuelto muy explícito. La información, sea texto, imágenes o discursos, es cada vez más explícita, y por eso cansa tanto. La naturaleza, naturalmente, salvo por las zonas de las que no se sabe nada, suele ser bastante explícita. Rotunda, tajante, sincera. Apenas exige interpretación. Las bacterias son muy explícitas, los animales y plantas también, así como los accidente geográficos y los negros nubarrones que se ciernen sobre el horizonte. La explicitud no tiene mucho mérito, si hasta una lechuga lo es. Sin embargo, cualquiera diría que ahora se ha convertido en valor supremo, y todo tiene que ser demasiado explícito. Las películas, los libros, la política, la moral, el Congreso de los Diputados, los líderes locales o internacionales, la prensa, internet. Hasta los secretos son explícitos.

Y las mentiras. Nunca habíamos visto mentiras tan explícitas. ¡Necedades explícitas! En serio, frito me tienen con tanta explicitud. Y eso sin contar con los llamados contenidos explícitos, es decir, la pornografía. ¿Es la realidad cada vez más pornográfica? Probablemente, probablemente. Y la ficción también, puesto que al ser su sombra, la sigue a todas partes gruñendo como un perro guardián. A todas estas, constantemente se nos incita a ser más explícitos todavía, tanto en público como en privado. Más directos, más francos, con menos pelos en la lengua. Fatigosísimo. Si a menudo se notan cansados y no saben por qué, suele ser por esto. Exceso de explicitud. Lo implícito y tácito está muy mal visto, parece cosa de pusilánimes. Apenas existe, lo que implica el fin de la literatura. Entre otras cosas. El arte, la cultura, quizá la política. Pero sobre todo la literatura, en la que todo está implícito y esa era precisamente la gracia. De hecho, he vivido toda la vida rodeado de cosas implícitas, y su carencia es como si me faltasen las zapatillas. Cansado y descalzo no se llega muy lejos, pero tampoco es necesario en un mundo totalmente explícito. Temo no haber sido bastante explícito, porque aunque ya he hablado de esto otras veces (debe ser una manía), aún no me acostumbro.

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