La nube, en sentido cibernético, no es un fenómeno atmosférico ni está en el cielo; tampoco es de naturaleza gaseosa, sino que ocupa hectáreas y hectáreas con grandes estructuras de metal y plástico, enormes naves sin ventanas en las que se acumulan en estantes infinitos servidores y discos duros, kilómetros de cableado que podrían llegar a la luna, o quizá a Urano, y donde aparte de alguna rata, solo se escucha el inquietante zumbido de millones de unos y ceros convirtiéndose en datos. La nube consume más energía y contamina más que una ciudad mediana, y aunque se diga en singular, nubes hay muchas, más que en el cielo, distribuidas por todo el planeta en lugares secretos, la India, Mongolia, EEUU, Siberia, Tasmania quizá. Cuando como hace días se produce un incidente en la nube (la de Amazon, en su monstruoso centro de datos de Virginia), y la nube se cae provocando el caos en todo el mundo, y de pronto no hay comunicaciones, ni dinero, ni transacciones comerciales, ni lo que es peor, entretenimientos, la gente mira al cielo pasmada por si también allí hay crímenes y existe el asesinato. Desde luego que existe. Se ha caído la nube, dicen los informativos.
Un fallo masivo, pero ya está resuelto el incidente, dice Amazon. Y en efecto, la nube ha vuelto a su sitio en las alturas. Nubosidad variable, nubes y claros. Pero qué pasará cuando por el peso abrumador de infinitos datos triviales, y sobre todo de la IA, que padece obesidad mórbida, o por un mero cruce de cables y mal contacto, se caiga del todo la nube y todas las nubes conectadas, y el incidente no tenga arreglo. No hay internet, que es donde estamos todos. Yo no, pero como si estuviera. El apocalipsis, eso es lo que pasará. Que si por el lado analógico ya nos lo han contado mil veces, por el cibernético pende de un hilo. O hilillo, en el que por cierto Europa no pinta nada. Abundan los relatos contando este apocalipsis digital, sin ruinas ni supervivientes arrastrando carritos de supermercado, pero con multitudes de ojos vacíos deambulando como fantasmas sin nada que hacer. ¿Y si esa jodida nube es un nubarrón, una nube negra? Menuda gilipollez de apocalipsis sería. Y por tanto, el más probable.