Sí, las personas han estructurado el paisaje menorquín, y, sí, se han ido sumando obras a lo largo de los años y siglos. Pero, hasta no hace tanto tiempo, esos elementos tenían una coherencia muy identificativa.
En el campo, construyéndose, básicamente, con piedras irregulares bien encajadas entre sí, en las casas utilizando sillares de marés, marés utilizado en otros elementos, como puede ser en el castillo de San Felipe o La Mola, u otros materiales cercanos a las construcciones, como se aprecia en el castillo de Santa Águeda de época islámica.
Por otra parte, los caminos, que conectaban hábitats u otros lugares, discurrían de manera natural por los lugares donde su trazado fuese el más adecuado, a todos los niveles, curvas de nivel, accesibilidad, etc. En la Isla hay numerosos caminos históricos, como los cercanos a Rafal Rubí.
Ese topónimo nos lleva a unos elementos prehistóricos menorquines, las navetas de enterramiento, unos monumentos en donde se depositaban difuntos comunitariamente, y que estaban ubicados en zonas diferentes a las de hábitat. Unos edificios únicos, como otros menorquines, que han permitido, y merecido, se haya declarado, por la UNESCO, a la prehistoria de Menorca Patrimonio Mundial, dado sus Valores Universales Excepcionales. Estos edificios funerarios de cerca del 1600 aC. fueron planificados, eligiendo los lugares en donde se situaron de manera muy precisa, pues debían cumplir una serie de requisitos, y también diseñados, en forma y tamaño. Las ubicaciones, y la fosilización de las características propias de esos espacios, fueron uno de los componentes relevantes para que ICOMOS, entidad evaluadora, diera el visto bueno al Estado español del dossier presentado, a instancia del Govern balear, transmisor de una propuesta promovida desde el Consell Insular de Menorca, para optar a esa categoría mundial. Un bien seriado, la «Menorca Talayótica», que lo es desde septiembre de 2023.
Las dos navetas de enterramiento de Rafal Rubí cumplen con esas características tan especiales, por una parte, tener una situación que refleja el que se eligiera ese lugar, una zona ligeramente de vaguada, que permite se aprecien esos edificios desde la lontananza, y que, incluso, sea, como ocurre con otros entornos de navetas de enterramiento, que, en épocas de grandes lluvias, se lleguen a encharcar, casi inundar. Unas navetas diseñadas previamente en forma, tanto de planta como alzado, utilizando para su ejecución la técnica ciclópea, grandes piedras bien encajadas, a modo de pared seca. Y así se ha mantenido durante unos 3.400 años… Una parte de esas características quedó ligeramente tocada hace ya más de cien años, por el trazado de esa vía de comunicación que comúnmente es conocida como «carretera general».
La seguridad vial es imprescindible, la circulación de medios de locomoción terrestre ha aumentado en número en los últimos años, todos los que habitamos en la Isla somos conscientes de ello, hay que tomar las medidas oportunas para que esa seguridad sea lo más alta posible. Pero siempre respetando la identidad de la zona en donde se apliquen las normas oportunas. La reforma de una carretera es necesaria, y más con el paso del tiempo desde que se trazó, lo vemos constantemente estemos donde estemos. Pero, seamos respetuosos con todo, con los usos de los entornos de la vía, con el medio ambiente, con el patrimonio que tiene en sus alrededores. Menorca tiene la suerte de tener una protección muy alta en este sentido, habiendo sido declarados Monumentos Nacionales muchos de sus elementos del pasado desde 1966, con nos protocolos de protección que se han aplicado desde una normativa, y que han seguido todos los gobiernos que ha habido desde esas fechas, con una identificación del bien, y toda una zona circundante, también protegida. Las navetas de Rafal Rubí, vistas como un conjunto, están en el límite…, o ya incluso no, de esa área de protección, debido a la carretera general. Son unos edificios creados para estar aislados al máximo, y tener un espacio alrededor despejado. Si la carretera general, en su momento de trazado, anterior a esa norma citada de mediados del siglo XX, ya algo afectó a esa protección, no sigamos en esa línea en pleno siglo XXI, no le pongamos más parapetos... Y propuestas para no afectar a estos bienes en concreto, ya se ha visto que hay, y hay que no afectan a los mismos, ni a sus entornos. Pensemos en el futuro de nuestro pasado, que no tiene otra vía que la del respeto hacia los bienes, su conservación y mantenimiento en todos los sentidos.
Al ser un bien Patrimonio Mundial, hay que respetar también a la UNESCO, entidad a la que el Consell Insular asumió que debía acogerse a sus normas, en lo que concierne a los bienes seriados declarados como Patrimonio Mundial.
Sí, Menorca ha cambiado, la vida se ha ido adaptando a las nuevas necesidades, con carreteras, aeropuertos, nuevos puertos, pero la Isla debe seguir teniendo su propia personalidad, esa identidad en donde esos bienes del pasado la han marcado. Para seguir en esa misma línea, seamos respetuosos entre nosotro, entre quienes habitamos y apreciamos Menorca de la que estamos, además, tan orgullosos. Respetemos las normas por las cuales se guiaron quienes erigieron lo que fue, en ese caso, el lugar de descanso de sus difuntos, hoy nuestro patrimonio cultural, que forma parte de nuestro pasado y que es parte de nuestro futuro. La UNESCO, en el último informe, del que el 6 de noviembre de 2025 tuvimos conocimiento, nos está diciendo justamente eso, que cuidemos de nuestro pasado.