Carlota Casiraghi, hija de Carolina de Mónaco y del fallecido Stefano Casiraghi, rechaza, recién cumplidos los 25 años, dar la imagen de «niña bien» sin más intereses que las fiestas o la moda, y considera que esos estereotipos «están en las antípodas» de como verdaderamente es.
«Soy la nieta de un jefe de Estado, y como tal tengo algunas obligaciones de representación, nada demasiado exigente o excepcional. Por eso rechazo posar como una princesa. No he querido por ejemplo que se me fotografíe sobre la cama de María Antonieta. Eso está en las antípodas de lo que soy», afirma en una entrevista concedida a la edición francesa de «Vogue».
En las 23 páginas que le dedica el número de septiembre de esa revista, que salió hoy a la venta y en el que es retratada por Mario Testino, la joven, que acepta aparecer por primera vez en una portada, asegura que sus pasiones son la hípica y la filosofía, y que sus preferencias literarias están plagadas de clásicos.
«Siempre he leído mucho. Debo de haber sacado eso de mi madre. A veces incluso cinco libros a la vez. Sobre todo clásicos, «Le Rouge et le Noir», de Stendhal; «L'Éducation sentimentale», de Flaubert (...) pero también Tabucchi, Joan Didion, Houellebecq... Sin olvidar la poesía», confiesa Casiraghi.
De ella, uno de los rostros más buscados de todo evento que se precie, destaca «Vogue» su voz grave y calmada y su elegancia natural, así como un nivel de exigencia consigo misma que cuando se preparaba para entrar en la Universidad le llegó a resultar «insoportable».
En una de las pocas entrevistas que concede, Carlota Casiraghi, que cursó estudios de Filosofía y coqueteó con el mundo del periodismo lanzando una publicación gratuita sobre temas alternativos de concienciación social, señala que su objetivo es ahora convertirse en campeona de saltos ecuestres.
«Los caballos siempre han sido parte de mi vida. Desde que era muy pequeña mi madre me montaba en ponys. Monté a caballo regularmente hasta los 18 años, antes de parar durante la carrera. Luego las ganas volvieron de repente», dice, asegurando que sintió que era el momento oportuno para consagrarse al deporte de alto nivel.
Lo que no evita que siga teniendo otros intereses: «Como a todas las mujeres, me gusta vestirme. Me encanta el poder de transformación que permite la moda. Pero no es una obsesión. Arreglarse, para mí, es una manera de honrar a la gente que nos invitan a mí o a mi familia. Jamás busco estar espectacular. Solo quiero ser correcta y respetuosa».
La nieta del difunto Rainiero de Mónaco es consciente, pese a todo, de la suerte que tiene, pero no es algo que dé por sentado: «Con lo que se hereda al principio no se vive. Una vida se construye. Y eso -concluye- es lo importante».