Mercedes Milá fue la invitada este miércoles de Las tres puertas, el programa de María Casado en Televisión Española. La periodista concedió una de sus entrevistas más sinceras y confesó que, aunque no tenía pensado acudir al formato, las lágrimas en pleno directo de la presentadora por los malos datos de audiencia le hicieron cambiar de opinión. «Te vi llorar con Pedro Ruiz porque estabas preocupada por la audiencia. Yo había dicho que no iba a venir, porque doy pocas entrevistas porque no sé qué contar ya, pero al verte así me dio tal pena y tal empatía que dije a mi jefa de prensa que te llamara para venir», aseguró.
La catalana hizo un recorrido por su trayectoria y recordó su etapa como presentadora de Gran Hermano: «Es de mis momentos más felices haciendo televisión, y fue el acierto más grande hacerlo». A pesar de que le encantaba su trabajo, la comunicadora se vio obligada a abandonar este puesto de trabajo porque sufría depresión: «No podía más». «La primera que tuve fue por un desamor muy doloroso y la segunda, tercera, y las que vinieron después, por exceso de estrés», señaló.
La comunicadora siempre ha hablado de forma clara sobre la depresión e incluso dedicó un programa completo de Scott y Milá a este tema. Mercedes se ha visto obligada a aprender a vivir con la depresión y quiso mandar un mensaje a las personas que se encuentran en su misma situación: «A pesar de que hay días que tengo la espada de Damocles en la cabeza y todo me parece horrendo y gris, también hay otros en los que estoy bien, feliz, y voy por la calle diciendo ‘qué suerte'», reflexionó.
Milá además quiso dedicar unas palabras a su nuevo amor, el actor William Levy, que protagoniza Café con aroma de mujer. Desde que vio la serie la periodista está completamente enamorada del cubano y comparte en sus redes sociales muchas de sus reflexiones e incluso imágenes del intérprete: «Estoy segura de que mucha gente dirá ‘pero qué horror'. Yo estoy… literalmente, para ponerme de buen humor, tengo que ver una foto de mi niño que la llevo en el teléfono». «Me voy al gimnasio, me está costando una pesa, pues pienso en su carita y consigo levantarla», bromeó ante la sorpresa de María.