La felicidad es uno de los objetivos más preciados que existen en la vida y conseguirla siempre ha estado en la mente del ser humano. Harvard ha dado un paso muy importante, ya que ha desvelado cuál es su secreto. El especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March, ha explicado que Nicholas Christakis y James Fowler, profesores e investigadores de las universidades de California (San Diego) y de Harvard (Boston), recurrieron al estudio Framingham, de donde han recabado datos sobre la salud mental de 5.124 adultos a los que se siguieron entre 1971 y 2003.
«Según concluyen, la felicidad no es una experiencia individual, sino que depende de las redes sociales a las que el individuo está conectado; o lo que es lo mismo, si familiares y amigos de una persona son felices, es probable que ésta también lo sea. Y siendo más concretos: un amigo feliz que vive a poco más de un kilómetro de distancia incrementa la probabilidad de felicidad de un sujeto en un 25 %», ha resumido March. Además, ha concretado que «la distancia física constituye una variable de peso, según el estudio publicado en la edición digital de The British Medical Journal».
Otro de los hallazgos más importantes es que las personas que viven en pareja son un 8 % más felices. El efecto es similar si se reside próximo a un hermano (un 14 %) y a un vecino (34 %). «La vida en familia es la que nos hace más felices y los problemas que pueden presentar las relaciones familiares y sociales no tienen una influencia negativa sobre la felicidad», ha destacado. Sin embargo, esta mejora del estado de ánimo no se aprecia entre compañeros de trabajo. Además, ha precisado que «el contagio de la felicidad no se ciñe a las personas más próximas (cónyuge y hermanos, por ejemplo), sino que se hace efectiva a través de tres grados de separación, como el amigo de un amigo. Las personas que están rodeadas de gente feliz también son más propensas a mantener este estado emocional en el futuro», ha matizado March.
¿Cómo conseguir la felicidad?
Robert Waldinger ofrece algunas recomendaciones para conseguir la felicidad. Una de ellas es mantener vínculos cercanos, ya que se ha demostrado que las personas más felices y sanas son aquellas que comparten más momentos con sus familias y amigos. Otra es la buena calidad de las relaciones. «Lo podemos conseguir evitando las relaciones conflictivas y acercándonos a las sanas, que pueden traer bienestar a nuestras vidas», ha sugerido el especialista en Salud Pública. También es muy importante apoyar y ponerse en el lugar del otro. «Estar conectado con otra persona es beneficioso a nivel mental. Debemos escuchar los problemas de otros y esforzarnos por entenderlos».
La estructura de la red social a la que se pertenece también influye en el estado de ánimo. «De acuerdo con el trabajo, la felicidad no sólo depende del número de amigos que se tenga, sino también de cuántos amigos tienen éstos. Es lo que se conoce en términos de redes sociales como centralidad: cuanto más central es una persona o mejor conectadas están sus amistades, más fácil es que se sienta feliz», ha resumido March. En este sentido, ha apuntado que «un estudio de la universidad de Harvard, que se comenzó a desarrollar en 1938, reveló que el mejor indicador de felicidad a largo plazo son las relaciones estables con la familia y los amigos. Así, aseguró que las personas con unas relaciones sociales más estrechas estaban libres de enfermedades crónicas y mentales; y apenas presentaban pérdidas de la memoria, aunque esas relaciones tuvieran varios altibajos».
Según el filósofo José Antonio Marina, la felicidad es el resultado de la armonización y satisfacción de tres grandes necesidades. «La primera es de bienestar: pasarlo bien, no tener dolor, sentir seguridad, comodidad y las principales necesidades satisfechas. La segunda, la vinculación social, consistente en mantener relaciones afectivas satisfactorias y estimulantes; en este sentido, resaltó el interés de una buena relación de pareja. La tercera consiste en sentir que progresamos en algo y que lo que se hace es valioso y resulta de alguna manera reconocido, con la posibilidad de que la persona conduzca de alguna forma su propio futuro. Nadie quiere ser insignificante, todos queremos hacer algo importante».
March ha señalado que hay dos tipos de felicidad: en minúsculas y en mayúsculas. En este punto, ha añadido que «desde el siglo XVIII nos hacemos conscientes de otra: la felicidad social, pública, la única en que podemos coincidir. La idea de felicidad enlaza con la idea de justicia, que es la felicidad social. La felicidad es la ausencia de miedo. Se es feliz cuando se sabe controlar qué es lo que nos da o nos quita felicidad. Por tanto, ser feliz depende de tener el control sobre nuestra vida».