El ketchup es un condimento omnipresente en las cocinas de todo el mundo, conocido por su sabor dulce y ácido que complementa una variedad de platos. Sin embargo, la historia de su creación y evolución es sorprendentemente rica y diversa, muy diferente de lo que muchos podrían imaginar.
El origen del ketchup se remonta a la antigua China, alrededor del siglo XVII. Originalmente, el término «ketchup» proviene de la palabra malaya «kê-tsiap», que se refería a una salsa de pescado fermentada. Esta salsa era muy diferente del ketchup de tomate que conocemos hoy, ya que se elaboraba con ingredientes como pescado, sal y especias. Los comerciantes británicos que viajaban por Asia llevaron esta salsa a Europa, donde su receta comenzó a adaptarse y cambiar.
A medida que el ketchup se popularizó en Europa, los ingredientes variaron considerablemente. Las primeras recetas inglesas del siglo XVIII incluían anchoas, chalotes, vinagre, vino blanco y especias. Este ketchup primitivo era oscuro y tenía un sabor mucho más salado y umami que la versión moderna. Con el tiempo, se fueron probando otros ingredientes como nueces, hongos y pepinos.
El ketchup de tomate que conocemos hoy empezó a tomar forma en Estados Unidos en el siglo XIX. Los tomates eran un ingrediente fácilmente accesible y se consideraban un sustituto perfecto para las versiones más complejas y difíciles de conservar del ketchup original. La primera receta conocida de ketchup de tomate fue publicada en 1812 por el científico James Mease, quien describió una salsa hecha de tomates, pulpa de manzana y especias. Esta versión inicial todavía era muy diferente del ketchup actual, ya que carecía de vinagre y azúcar en grandes cantidades.
El ketchup moderno como lo conocemos comenzó a consolidarse gracias a Henry John Heinz, quien en 1876 lanzó su propia versión comercial del ketchup de tomate. Heinz utilizó tomates maduros, vinagre, azúcar y una mezcla de especias para crear una salsa que no solo tenía un sabor atractivo, sino que también se conservaba bien. Su fórmula fue un éxito rotundo y estableció el estándar para el ketchup que conocemos hoy.
La evolución del ketchup refleja una mezcla fascinante de influencias culturales y adaptaciones culinarias. Desde sus humildes comienzos como una salsa de pescado fermentada en Asia, pasando por su transformación en una salsa oscura en Europa, hasta convertirse en el condimento dulce y ácido de tomate en América, el ketchup ha recorrido un largo camino. Hoy en día, es difícil imaginar una hamburguesa, unas papas fritas o un hot dog sin esta popular salsa, cuya historia es tan rica y variada como su sabor.