Las jornadas en la playa saben mejor con una comida sobre la arena. Sean platos caseros o ya preparados, debemos prestar atención a sus ingredientes, ya que puede acabar siendo una comida indigesta. El calor, que multiplica las bacterias como la salmonella, o la falta de higiene en la playa, son algunos factores que debemos contemplar antes de preparar la mochila. Desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición recomiendan «no consumir alimentos perecederos que estén expuestos a temperatura ambiente porque las altas condiciones climáticas favorecen el desarrollo de microorganismos».
Entre los alimentos que es desaconsejable llevar a la playa está la tortilla poco hecha, ensaladilla, mayonesa y otras salsas con huevo, como la carbonara. Todos estos alimentos tienen un ingrediente en común: el huevo. Pese a ser muy nutritivo, cuando no se cuaja del todo, puede contener la bacteria salmonella. La OCU recomienda someter los huevos a 70 grados de temperatura durante unos minutos, y conservarlos en frío para prevenir riesgos. Otros productos que debemos evitar son pescados y mariscos crudos, platos como las ostras, el sushi, el sashimi, el ceviche o el poke pueden albergar anisakis.
A partir de los 37 grados de temperatura, en la carne de pollo y otras aves de corral pueden proliferar bacterias como la salmonella o listeria. Por lo que lo más recomendable es mantener este alimento en la nevera si no va a ser consumido al instante, y tratar de no llevarlo a la playa. De igual manera, los productos lácteos no son una buena opción ya que no soportan el calor, se cortan y pueden hospedar moho. Por otro lado, las comidas que se conservan mejor en verano son la fruta, el gazpacho, los frutos secos, las ensaladas verdes, los bocadillos o sándwiches y las latas de conserva. La clave reside en elegir alimentos que no requieran refrigeración para su conservación