Bio, eco, orgánico, natural, sostenible… Los términos relacionados con este tipo de alimentación son variados y frecuentemente confusos. Para abordar la complejidad del tema, la Comunidad Europea estableció el Reglamento (CE) 2018/848, que regula la producción y el etiquetado de los artículos fabricados de manera sostenible. Este conjunto de normas busca garantizar la integridad del sistema ecológico, asegurando la autenticidad y trazabilidad de los productos. Por lo tanto, el marco comunitario establece las líneas de producción agrícola, cosmética y textil para que todos los productores cumplan los mismos estándares.
Según la regulación del Parlamento Europeo, el término que se debe utilizar para referirse a los productos producidos de manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente es «ecológico». También, se admite su abreviatura «eco» para certificar su conformidad. No obstante, en otros países europeos el término «biológico» se utiliza indistintamente, o su equivalente «bio». Mientras que, en América del Norte es más frecuente encontrarse la denominación «orgánico». Además, todos los productos que pasen los estándares deben contener el sello identificativo europeo, una hoja formada con estrellas sobre un fondo verde.
En concreto, en el sector alimentario, se considera un producto ecológico aquel que no ha recibido sustancias químicas como pesticidas, fertilizantes ni medicamentos. Asimismo, no deben contener sustancias artificiales ni adición de organismos modificados genéticamente (OMG). «Un OMG es cualquier organismo, con excepción de los seres humanos, cuyo material genético ha sido modificado de una manera que no se produce de forma natural», explica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Dentro de la categoría de alimentos, se regulan aquellos de origen agrícola, como vegetales, miel, carnes, huevos y lácteos; pescados; elaboraciones de origen vegetal, como pan y aceites; y bebidas.
Asimismo, las prácticas ecológicas priorizan el bienestar animal. En este sentido, se deben garantizar unas condiciones de cría con libre movimiento en el exterior, una dieta ecológica, atención veterinaria regular, prácticas sin mutilaciones, desplazamientos que no produzcan estrés y procesamientos con mínimo dolor. En definitiva, el reglamento subraya la importancia de la salud tanto física como psicológica del animal como parte integral de los principios de producción ecológica. Dado que, el objetivo, finalmente, está alineado con prácticas sostenibles y responsables en la agricultura y ganadería. De igual manera, en la producción ecológica se evita todo impacto negativo en el medio natural y la salud del consumidor.
Cada año, la organización sin fines de lucro Environmental Working Group publica una lista de los 12 productos frescos que se recomienda consumir en su versión ecológica, ya que son los más contaminados con pesticidas durante su producción. Este 2024, la selección la conforman los siguientes vegetales: fresas, espinacas, coles, uvas, melocotones, peras, nectarinas, manzanas, pimientos, cerezas, arándanos y judías verdes. Por su parte, las frutas y verduras procedentes de prácticas eco están libres de estos químicos.