El frío después de comer es una sensación que muchas personas experimentan, pero pocas comprenden. Este fenómeno puede ser desconcertante, ya que esperaríamos sentir calor tras ingerir alimentos debido al proceso de digestión, que generalmente aumenta la temperatura corporal. Sin embargo, el frío postprandial tiene una explicación científica basada en cómo nuestro cuerpo maneja la energía y la circulación sanguínea.
Durante la digestión, el cuerpo redirige gran parte del flujo sanguíneo hacia el sistema digestivo para ayudar en la descomposición y absorción de nutrientes. Este proceso, conocido como «vasodilatación esplácnica», reduce temporalmente el flujo sanguíneo en otras partes del cuerpo, como las extremidades, lo que puede generar una sensación de frío. Además, la digestión es un proceso que consume mucha energía, y este gasto calórico puede disminuir la temperatura corporal en un corto periodo, contribuyendo a la sensación de frío.
Otro factor importante es el tipo de alimento que se ingiere. Las comidas ricas en carbohidratos simples, como los azúcares, pueden provocar un aumento rápido de glucosa en la sangre, lo que a su vez activa la insulina. Este aumento de insulina puede causar una disminución de la glucosa en el torrente sanguíneo después de un tiempo, lo que también puede inducir una sensación de frío. Por otro lado, alimentos ricos en grasas y proteínas tienden a mantenerse más tiempo en el estómago y generar un gasto energético mayor, lo que puede intensificar la sensación de frío al aumentar la demanda metabólica.
El entorno también juega un papel importante. Si la temperatura ambiente es baja, el cuerpo tendrá que trabajar aún más para mantener su temperatura interna durante el proceso de digestión. Por lo tanto, es común que la gente experimente más frío después de comer en climas fríos.
Aunque esta sensación es normal y generalmente inofensiva, en algunos casos, podría ser un indicador de problemas de salud subyacentes, como hipotiroidismo o trastornos circulatorios. Si la sensación de frío es persistente o se acompaña de otros síntomas, es recomendable consultar a un médico.
Entender por qué se produce esta sensación puede ayudar a mitigarla, optando por comidas equilibradas y evitando entornos muy fríos después de comer. Así, podemos mantener una sensación de confort incluso después de las comidas.