Las sobras de comida, a pesar de ser prácticas, pueden representar un riesgo para la salud si no se manipulan adecuadamente. Alimentos como el arroz, las pastas y las carnes son especialmente vulnerables a la proliferación de bacterias que causan intoxicaciones alimentarias. Estos patógenos pueden multiplicarse rápidamente si los alimentos no se refrigeran a tiempo o si se recalientan de forma incorrecta. Aunque recalentar es una solución común, algunas bacterias como Bacillus cereus en el arroz son resistentes al calor, lo que aumenta los riesgos.
Las carnes y pescados, por su alto contenido de proteínas, también deben tratarse con especial precaución. Los alimentos cocidos deben ser refrigerados lo antes posible y consumidos en un plazo máximo de tres a cuatro días para evitar problemas. Las frutas y verduras, sobre todo si están cortadas o cocidas, pueden ser propensas a la contaminación al estar expuestas al aire y a otros elementos del ambiente. Esto también se aplica a los platos combinados como ensaladas o mezclas con ingredientes variados, donde el ingrediente más perecedero puede comprometer la seguridad de todo el plato.
Para minimizar el riesgo de intoxicación, es fundamental almacenar las sobras de inmediato en recipientes herméticos y refrigerarlas. Recalentar a temperaturas adecuadas también es clave, y las sobras deben ser desechadas si permanecen mucho tiempo a temperatura ambiente o si se recalientan varias veces.