Una simple sonrisa de cinco segundos, aunque sea forzada, puede desencadenar una cascada de efectos positivos en nuestro organismo. Esta es la principal conclusión que comparte Michy Zelaya, payaso profesional y experto en terapia de la risa, coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Sonrisa que se conmemora este viernes 4 de octubre de 2025. La ciencia respalda que sonreír, incluso cuando no se tiene un motivo aparente, libera hormonas beneficiosas y mejora nuestro bienestar general.
«Una carcajada de cinco a ocho segundos libera endorfinas, serotonina y dopamina, que son las hormonas que nos hacen sentir felices y relajados», explica Michy, quien ha dedicado su carrera profesional a llevar sonrisas a hospitales, escuelas y espacios públicos. Lo más sorprendente, según destaca este especialista, es que nuestro cerebro no distingue entre una sonrisa genuina y una forzada. «Así que sonríe sin una razón, aunque no sientas ganas, tu cuerpo igual se beneficiará», asegura el experto.
Esta jornada dedicada a la sonrisa se celebra internacionalmente cada primer viernes de octubre, una tradición que comenzó como homenaje al artista estadounidense Harvey Ball, creador del icónico emoticono amarillo sonriente en 1963. Desde entonces, esta fecha se ha consolidado como un recordatorio global para practicar la amabilidad, fomentar el buen humor y compartir momentos de alegría, especialmente en un contexto social marcado por el estrés y la sobreinformación negativa.
Beneficios científicos de la risa para la salud
Numerosos estudios científicos avalan que el acto de sonreír va mucho más allá de un simple gesto facial. Cuando sonreímos, nuestro organismo experimenta cambios bioquímicos significativos que impactan positivamente en nuestra salud. Entre los beneficios más destacados figuran la reducción de las hormonas del estrés como el cortisol, el fortalecimiento del sistema inmunológico y la mejora de la presión arterial.
Los neurocientíficos han demostrado que incluso una sonrisa forzada puede generar efectos positivos en el cerebro, ya que los músculos faciales envían señales al sistema nervioso que inducen a la producción de neurotransmisores relacionados con el bienestar. Este fenómeno explicaría por qué el simple acto de curvar los labios hacia arriba, aun sin tener un motivo aparente, puede mejorar nuestro estado de ánimo en cuestión de segundos.
«Vamos a hacer el ejercicio juntos —propone Michy—. Sonríe de cinco a ocho segundos. Sí, es forzado, sí, es incómodo. Pero como tu cerebro no sabe si es verdad o no, va a llegar un momento en que no vas a poder evitarlo y la sonrisa será real. Vas a relajarte, enfocarte y sentirte mucho mejor. ¿Por qué no darle eso a tu cuerpo?»
La sonrisa como herramienta social en tiempos difíciles
En un contexto global marcado por la incertidumbre económica, las tensiones geopolíticas y la saturación informativa, los expertos en salud mental recomiendan incorporar prácticas cotidianas que promuevan el bienestar emocional. La sonrisa, según apuntan los psicólogos, funciona como un mecanismo natural de defensa frente a la ansiedad y puede convertirse en un hábito saludable con impacto tanto individual como colectivo.
Diversos estudios sociológicos han confirmado que sonreír no solo beneficia a quien lo hace, sino que tiene un efecto contagioso en el entorno social. Los rostros sonrientes tienden a generar respuestas positivas en los demás, creando un ciclo virtuoso de bienestar compartido. Esta dimensión social de la sonrisa adquiere especial relevancia en espacios como entornos laborales, educativos o sanitarios, donde puede contribuir significativamente a mejorar el clima general.
El origen del Día Mundial de la Sonrisa
La historia detrás de esta celebración resulta tan curiosa como inspiradora. Harvey Ball, un artista gráfico estadounidense, creó en 1963 el símbolo de la carita feliz para una campaña motivacional dirigida a los empleados de una aseguradora que atravesaba un momento difícil tras una fusión empresarial. Lo que comenzó como un encargo corporativo acabó convirtiéndose en uno de los símbolos más reconocibles a nivel mundial.
Ball nunca patentó su creación, por lo que no se benefició económicamente de su popularización global. Sin embargo, preocupado por la comercialización excesiva de su símbolo, fundó la World Smile Corporation en 1999, estableciendo el primer viernes de octubre como el Día Mundial de la Sonrisa. El lema original de esta celebración, "Haz un acto de amabilidad, ayuda a una persona a sonreír", refleja el espíritu altruista que impulsó su creación.
Tras el fallecimiento de Ball en 2001, la Fundación Harvey Ball continúa promoviendo esta celebración que cada año suma más adeptos y actividades alrededor del mundo, consolidándose como una fecha destacada en el calendario internacional.