Mantener la concentración al volante es fundamental para asegurar la seguridad vial. Aunque pueda parecer un gesto trivial, beber agua mientras se conduce genera dudas frecuentes entre los conductores: ¿está permitido o puede suponer una infracción?. Si bien no existe una prohibición explícita en la legislación de la Dirección General de Tráfico (DGT) que impida consumir líquidos dentro del vehículo en movimiento, las reglas en España subrayan que la atención debe ser permanente y el control del vehículo absoluto. Por ello, es esencial entender cómo la acción de beber agua puede afectar esa concentración y qué consecuencias legales puede acarrear.
Cada conducta al volante impacta directamente en la seguridad propia y la del resto de usuarios de la vía. De hecho, minimizar las distracciones es uno de los pilares fundamentales para prevenir siniestros, motivo por el cual las autoridades insisten continuamente en la importancia de respetar las normas y evitar comportamientos que alejen la mirada o las manos del volante.
Las distracciones al volante: riesgos invisibles pero tangibles
Cuando se habla sobre distracciones al conducir, la atención suele centrarse en el uso del teléfono móvil. Sin embargo, acciones tan cotidianas como comer, beber, o ajustarse el cinturón pueden representar un riesgo considerable. En concreto, beber agua puede implicar apartar la vista de la carretera, soltar el volante para sujetar la botella y limitar la movilidad de las manos, factores que reducen la capacidad de reacción ante imprevistos.
En España, las estadísticas recopiladas por organismos especializados en seguridad vial muestran que incluso un segundo de distracción puede suponer que el vehículo avance entre 20 y 30 metros sin una atención adecuada. Esto puede derivar en accidentes graves, siendo las distracciones responsables de una proporción significativa de siniestros en las carreteras españolas. Por ello, aunque beber agua pueda parecer una actividad inofensiva, hacerlo mientras se conduce puede comprometer el control sobre el coche y provocar situaciones potencialmente peligrosas, especialmente en vías rápidas o condiciones meteorológicas adversas.
El artículo 18 del Reglamento General de Circulación vigente establece claramente que los conductores deben mantener atención continua y control total del automóvil en todo momento. Aunque la ley no dicta de manera específica si está prohibido beber agua al volante, establece que cualquier acción que pueda afectar ese control puede ser motivo de sanción.
Esto significa que si beber agua conlleva una distracción notable —como apartar la mirada de la vía, usar ambas manos para hacerlo, o tener movimientos limitados—, agentes de tráfico pueden considerar que se está poniendo en peligro la seguridad vial. En tal caso, el conductor podría ser sancionado con una multa de hasta 200 euros y la retirada de dos puntos del carné.
La legislación aplica de manera indirecta para actividades que distraen, clasificándolas como infracciones leves. Pero la gravedad real depende del contexto: por ejemplo, beber agua en un atasco lento puede no ser sancionado, mientras que hacerlo en una autopista o en situaciones de tráfico intenso sí podría ser motivo de multa.
Para cambiar de marcha tambien hay que soltar una mano del volante, ¿tambien multan por eso?