Conducir requiere máxima atención y responsabilidad para evitar accidentes, sobre todo al afrontar curvas donde la concentración y la técnica son fundamentales. A pesar de que los accidentes mortales son más frecuentes en tramos rectos —debido a la monotonía y distracciones—, el buen manejo de las curvas puede marcar la diferencia entre llegar seguro o sufrir un siniestro. Uno de los factores que más inciden en la siniestralidad son la fatiga y la somnolencia, que influyen negativamente sobre los tiempos de reacción y la capacidad de decisión. En concreto, se calcula que entre el 15 y el 30% de los accidentes están relacionados directa o indirectamente con estos estados.
Conducir fatigado resulta tan peligroso como hacerlo con una tasa de alcohol en sangre situada entre 0,5 y 0,8 gramos por litro. Por ello, es primordial que el conductor mantenga unas condiciones físicas y mentales óptimas para responder a situaciones imprevistas de manera rápida y segura. Para combatir la fatiga durante los desplazamientos, se recomienda preparar el vehículo de antemano, hidratarse constantemente y evitar comidas copiosas durante el trayecto. Además, hacer pausas frecuentes y descansar bien antes y durante el viaje contribuye a mantener la alerta necesaria para una conducción responsable.
Cómo trazar una curva de forma segura
Las curvas exigen al conductor ajustar la velocidad, mantener la posición adecuada en el carril y estar sumamente pendiente de la vía. Para realizar un trazado correcto en una carretera convencional de doble sentido, la mejor práctica es pegarse lo máximo posible al lado derecho de la calzada, permitiendo así mayor visibilidad y control. Una regla de oro es adaptar la velocidad antes de entrar en la curva, ya que frenar dentro de ella puede comprometer la estabilidad del vehículo y provocar un accidente. Por este motivo, es recomendable pisar el freno con anticipación y suavemente, para afrontar la curva con la velocidad y control adecuados.
Una vez iniciada la curva, hay que mantener el volante firme, sin revoluciones bruscas y esperar a ver el final del viraje para empezar a enderezar el volante y acelerar paulatinamente. Esta maniobra no solo aporta estabilidad, sino que también mejora la seguridad y la tracción del vehículo. Especial atención merece el trazado de curvas a la izquierda, donde mantener una posición cercana a la derecha del carril aumenta significativamente la visibilidad y reduce riesgos en vías con tráfico en sentido contrario.
Uno de los elementos más determinantes para la seguridad vial es la velocidad adecuada al tipo de curva y condición de la carretera. Una velocidad excesiva o la falta de mantenimiento en el vehículo pueden ser causas directas de pérdida de control y colisiones. Por ello, antes de iniciar la conducción, es imprescindible revisar aspectos fundamentales del coche como neumáticos, frenos y sistema de dirección, que deben estar en correcto estado para ofrecer la máxima respuesta. Además, las condiciones meteorológicas adversas, el pavimento deteriorado o la presencia de humedad exigen reducciones de velocidad y mayor precaución a la hora de afrontar curvas, ya que se incrementa el riesgo de deslizamientos o salidas de vía.