En España existe una tradición arraigada de apostar por la universidad como el camino inevitable para el futuro profesional de los jóvenes. Sin embargo, esta percepción está siendo objeto de debate por expertos en economía y educación, quienes alertan sobre un desajuste creciente entre la formación académica y las necesidades reales del mercado laboral.
Según la economista Leticia Poole, reconocida por sus análisis en redes sociales, es urgente replantear la idea de que nuestros hijos tienen que ir sí o sí a la universidad. Poole explica que actualmente la oferta de empleo está claramente orientada a perfiles con formación técnica y profesional, y no exclusivamente a títulos universitarios.
En numerosas ocasiones, los jóvenes y sus familias desconocen el estado real del mercado de trabajo en España, lo que provoca un exceso de demanda en carreras universitarias mientras las profesiones técnicas están infravaloradas y sufren una escasez alarmante de especialistas.
Contexto del mercado laboral
Las cifras oficiales y las estadísticas de empleo confirman esta realidad. En 2025, aproximadamente el 70% de las ofertas de trabajo requieren candidatos con títulos de ciclos formativos, ya sea de grado medio o superior. Estos programas académicos están más orientados a la capacitación directa para oficios técnicos y especializados.
Por ejemplo, profesiones como electricistas, fontaneros, instaladores de aire acondicionado o carpinteros registran una importante demanda que no se está satisfaciendo debido a la escasez de personal cualificado. Resulta paradigmático que un instalador de aire acondicionado llegue a ganar en ciertos casos más que un ingeniero dentro de la misma empresa.
Este fenómeno puede explicarse por la ley básica de oferta y demanda: hay una gran formación universitaria en comparación con la demanda real de esos profesionales, mientras que las plazas de formación técnica están menos cubiertas.
Sobrecapacitación y desajuste educativo
España es, según Poole, uno de los países con mayor índice de sobrecualificación en Europa, un problema conocido desde hace años. No obstante, la economista realiza una puntualización importante: el término sobrecapacitación es impreciso si se usa para referirse a trabajadores que ocupan puestos para los que están poco o nada preparados.
Si un graduado en Derecho trabaja como dependiente en una tienda, no es porque esté sobrecapacitado, sino que su formación no encaja con esa labor. Es decir, el problema no está en estudiar mucho o poco, sino en preparar a los jóvenes para las profesiones en las que pueden destacar y tener una buena inserción laboral.
Esta perspectiva implica que el sistema educativo debe orientar mejor a los estudiantes, ayudándolos a identificar sus habilidades y las demandas del mercado para que puedan escoger trayectorias con futuro y estabilidad económica.