El matrimonio entre personas del mismo sexo ya es una realidad en Florida, donde desde la medianoche de este martes numerosas parejas de lesbianas y gais se han dado el «sí quiero» en varios juzgados del estado, el número 36 de EEUU en legalizar este tipo de uniones.
La incorporación de Florida, con 19,9 millones de habitantes, a la lista de estados de EEUU que permiten las uniones entre parejas homosexuales significa, en términos de población, que el 70 % de esta reside en áreas del país donde el matrimonio gay es aceptado.
Pero no todos los condados tuvieron que esperar a la medianoche local para comenzar a expedir licencias de matrimonio homosexual.
Así, en el condado de Miami-Dade, el más poblado de Florida, la jueza Sara Zabel falló que las parejas del mismo sexo no tenían que esperar hasta esa hora para contraer matrimonio como había estipulado un magistrado federal, por lo que la pareja formada por Todd y Jeff Delmay fue la primera en sellar su compromiso en la sala de la magistrada, en Miami.
«Hemos estado esperando doce años este momento», dijo a los medios de comunicación Jeff Delmay, cuyo caso formaba parte de una demanda civil presentada junto con otras nueve parejas homosexuales de Florida.
Los auxiliares judiciales tuvieron una noche movida en los tribunales, sobre todo en el sur del estado, en condados como el de Miami-Dade, Broward y Monroe, emitiendo licencias de matrimonio y celebrando bodas entre personas del mismo sexo.
«¡Ya tenemos reconocidos nuestros derechos desde la medianoche pasada!», declaró a Efe con entusiasmo Juan de Hierro, quien reside en Florida con su pareja y tiene un niño adoptado.
El caso de De Hierro es similar al de muchas otras parejas gais radicadas en Florida que contrajeron matrimonio en otros estados, pero no contaban con reconocimiento legal en el conocido como «Estado del Sol».
Una de la principales preocupaciones de De Hierro era el bienestar del niño, quien, en caso de fallecimiento del primero, quedaría en parte desprotegido económicamente, ya que el dinero que recibe para su manutención (400 dólares) se perdería, al no contar con el reconocimiento legal de su cónyuge en Florida.
Además, prosiguió el hispano, «ahora por ley nuestros seguros de salud en el trabajo debe incluirnos como esposos, algo que nos ayuda también financieramente».
«No es sólo tener un papel que diga que él es mi esposo, sino poder ir, por ejemplo, a un hospital y decir eso y que la gente lo entienda, que tengamos los mismos beneficios que en otros estados y, si se da el caso, poder entrar en la sala de urgencias con él», añadió.
«Somos dignos de respeto como matrimonio», recalcó y aseguró que «habrá muchas parejas gais de Florida que busquen contraer matrimonio».
Reconoció su asombro ante el rápido desenlace de la lucha de este colectivo contra las leyes estatales que, respaldadas por los votantes en 2008, prohibían el matrimonio entre personas del mismo sexo y definían este como la sola unión entre un hombre y una mujer.
Esta prohibición es ya historia en el estado de Florida desde que el juez federal Robert Hinkle anulara en agosto pasado el veto a los matrimonios homosexuales por inconstitucional y, en días pasados, señalara que todos los auxiliares judiciales estaban obligados por la Constitución a emitir licencias matrimoniales a todas las parejas gais que lo solicitasen a partir de la medianoche de ayer.
«Hoy es un día monumental y me alegra que fuese el condado de Miami-Dade el primero ayer donde se efectuaron matrimonios» gais. «¡Ya tenemos la igualdad de matrimonio en la Florida!», exclamó feliz a Efe Tony Lima, director ejecutivo de SAVE, organización centrada en la defensa de la comunidad lesbiana, gay, bisexual y transgénero (LGBT).
«Los equipos de abogados que defendíamos en las demandas a las parejas gais que querían legalizar su situación en Florida hemos trabajado muy estrechamente» y eso ha sido clave para el éxito de las reivindicaciones legales de este colectivo, apuntó Lima.
Las televisiones estatales recogieron el momento en que una pareja gay residente en Cayo Hueso (condado de Monroe), en el extremo sur de Florida, Aaron Huntsman y William Lee Jones, contraían matrimonio vestidos de esmoquin en la escalinata de un tribunal de esa ciudad, rodeados de amigos, parientes y una multitud de curiosos que vitoreaban a los novios.
Escenas parecidas se registraron en otros condados, donde se expidieron cerca de un centenar de licencias de matrimonio.