La Fiscalía de Múnich asume que el tiroteo protagonizado este viernes por un germano-iraní de 18 años en un centro comercial de la ciudad fue un acto de locura.
El joven, que mató a nueve personas antes de suicidarse, había padecido presuntamente algún tipo de transtorno depresivo, según las primeras investigaciones, y no se han hallado indicios que lo relacione con el Dáesh (el autodenominado Estado Islámico) o que apunten a motivaciones políticas o religiosas.
En una rueda de prensa en Múnich, la policía informó de que se investiga una cuenta de Facebook que pudo haber pirateado el joven para invitar a conocidos a acercarse a la hamburguesería en la que comenzó el ataque.
Tras el tiroteo, el joven, nacido en Múnich y sin antecedente policiales, se alejó del centro comercial y se suicidó con la misma pistola que había utilizado, una nueve milímetros adquirida de forma ilegal, ya que tiene la numeración borrada. En la mochila que llevaba la policía encontró cargadores con 300 balas.
El director de la policía de Múnich, Hubertus Andrä, dejó claro que actuó solo e hizo también hincapié en no relacionar el hecho con los refugiados. Lanzó además un mensaje de tranquilidad: «no hay ningún motivo para no visitar la ciudad, para no salir a comprar o para suspender eventos», aseguró.
Entre los nueve muertos hay tres de 14 años, dos de 15, uno de 17, uno de 19, uno de 20 y una de 45 años, todos de Múnich y alrededores.