El número de muertes por COVID-19 en los hospitales británicos asciende a 11.329, después de sumar otras 717 en las últimas 24 horas, informó este lunes el Ministerio de Sanidad del Reino Unido.
La cifra de fallecimientos es algo inferior a los 737 registrados el domingo, cuando se superaron las 10.000 muertes, y al «récord» de 980 anunciados el pasado viernes, que fue la cota diaria más alta registrada hasta entonces en un país europeo.
Los expertos avisan de que, aunque el ritmo de crecimiento de las defunciones se ha reducido, esto puede deberse a varios factores, y no indica que se haya alcanzado el pico de la pandemia, además de que estos datos no incluyen las bajas extrahospitalarias, que elevarían mucho más el total.
El ministerio señaló que el domingo se realizaron 18.000 test de detección del virus, un avance respecto a días anteriores pero aún lejos del objetivo gubernamental de realizar 100.000 diarios para finales de este mes.
En cuanto al personal sanitario, se ha analizado a 42.812 personas en conjunto, algo imprescindible para limitar la propagación del virus en centros médicos y asegurar suficiente fuerza laboral.
El primer ministro, Boris Johnson, continúa su recuperación de la COVID-19 en la residencia oficial campestre de Chequers, después de salir ayer del hospital londinense de St. Thomas, adonde ingresó el pasado 5 de abril y estuvo en cuidados intensivos.
En su ausencia, le sustituye el ministro de Exteriores, Dominic Raab, que encabezará el jueves la reunión en la que se decidirá si se mantienen o relajan las restricciones impuestas en el país hace tres semanas para contener la expansión del virus.
El Gobierno conservador afronta crecientes críticas por la escasez de equipamiento protector en los hospitales y de test, entre otras cosas, y la oposición laborista ha pedido que se reanude cuanto antes la labor del Parlamento para someter a escrutinio su gestión de la pandemia.
Según fuentes gubernamentales, está previsto que la Cámara de los Comunes retome su actividad el 21 de abril, después del receso de Semana Santa, con alternativas tecnológicas para respetar el distanciamiento social que aún no se han precisado.