Un nuevo atentado suicida cometido durante las oraciones del viernes en una mezquita de la minoría chií en Afganistán causó al menos 40 muertos y 75 heridos, en lo que parece un nuevo ataque del grupo yihadista Estado Islámico (EI), que en una acción similar en otro templo hace una semana dejó 80 fallecidos.
También se repitieron una vez más las imágenes de la tragedia, con numerosos cuerpos ensangrentados esparcidos en la parte central de la mezquita, algunos de ellos con miembros amputados, mientras se escuchan gritos y algunos fieles tratan de socorrer a los heridos.
El atentado tuvo lugar a primera hora de la tarde en la mezquita Imam-Bargah, el mayor templo de la minoría chií en la ciudad meridional de Kandahar, donde cientos de fieles se congregaban por las oraciones del viernes, aseguraron a Efe residentes de la zona.
«Hasta ahora hemos confirmado 40 muertos y unos 75 heridos, pero el número real es mayor, ya que algunos familiares trasladaron a las víctimas a sus casas y éstas aún no se han contabilizado», afirmó a Efe un diputado en el Parlamento por Kandahar, Muqtada Miran.
Miran, que participó en las labores de rescate, explicó que en el hospital provincial de Kandahar y en otros privados «los médicos estaban haciendo todo lo posible para salvar las vidas» de los heridos, mientras cientos de personas hacían cola para donar sangre.
En el ataque participaron «tres terroristas suicidas con explosivos», reveló, y mientras uno de ellos abrió fuego y murió en el tiroteo con los guardias de seguridad, los otros dos entraron en la mezquita y se inmolaron en el pasillo y en la zona de rezos.
El diputado recordó que hasta la victoria de los talibanes el templo contaba con fuertes medidas de seguridad, pero después los islamistas les «confiscaron la mayoría de las armas», por lo que ahora «solo unas pocas personas se encargaban de la seguridad de la mezquita, algo insuficiente para detener un ataque como este».
Por ahora ningún grupo ha reivindicado el atentado. Un portavoz del Ministerio del Interior, Qari Saeed Khosty, explicó a Efe que «fuerzas especiales del Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes) llegaron a la zona» para tratar de aclarar la naturaleza del ataque y de buscar pistas que les guíen hasta los culpables.
La amenaza del yihadismo
Este atentado se produce justo una semana después de que un atentado suicida contra una mezquita de la minoría chií en la ciudad de Kunduz, en el norte de Afganistán, dejara al menos 80 muertos y más de un centenar de heridos.
Ese ataque suicida, reivindicado por la organización yihadista Estado Islámico, sembró el terror entre una minoría chií afgana que se siente más desprotegida que nunca desde la toma del poder de los talibanes el pasado 15 de agosto.
Al igual que la semana pasada, la misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) lamentó que los actos de «terrorismo continúan (tras) un ataque suicida en la mezquita chií más grande de Kandahar durante las oraciones del viernes».
«La ONU condena esta última atrocidad dirigida contra una institución religiosa y sus fieles. Los responsables deben rendir cuentas», aseguró en Twitter la UNAMA.
Asimismo, la organización pro derechos humanos Amnistía Internacional subrayó que se trata de «otro ejemplo del aumento de los ataques contra civiles en Afganistán en las últimas semanas. Las autoridades deben garantizar que los civiles estén protegidos».
El principal portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, empleó la misma red social para trasladar las «condolencias (del Emirato Islámico) a las familias de las víctimas» y condenar «la cobarde explosión contra compatriotas civiles», algo que «considera un gran crimen» que las fuerzas de seguridad deben esclarecer pronto.
Los talibanes lanzaron precisamente hace unas semanas una operación especial contra el EI en varias provincias del país, sobre todo en Kabul y en su bastión en la región oriental de Nangarhar, para acabar con el que se ha convertido en la principal amenaza del nuevo Gobierno islamista.
El EI ya había perpetrado numerosos ataques en los últimos años contra los «apóstatas» chiíes, en especial contra los hazara, aunque en el caso de hoy algunas de las víctimas también pertenecían a la etnia pastún, mayoritaria en el país y la propia de los talibanes.
El grupo yihadista ha multiplicado sus ataques en Afganistán desde la retirada final de las tropas de Estados Unidos de Afganistán poco antes de la medianoche del pasado 31 de agosto, aunque el mayor de ellos ocurrió el pasado 26 de agosto contra el aeropuerto de Kabul, que causó unos 170 muertos.