Benedicto XVI ha vuelto a pedir perdón a todas las víctimas de abusos sexuales en la Iglesia y ha lamentado que su «despiste», al haber negado en un principio su asistencia a una reunión en 1980 cuando era arzobispo de Munich para decidir sobre un sacerdote acusado de abusos a menores, haya dado pie a llamarlo «mentiroso». «Una vez más sólo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón. He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia Católica», ha asegurado el papa emérito en una carta que ha sido difundida por su secretario, Georg Gänswein.
Así, ha manifestado que «tanto más grande» es su dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de su mandato en los respectivos lugares en los que ha tenido esas responsabilidades. Benedicto XVI ha pedido perdón varias veces durante su Pontificado a las víctimas de abusos sexuales. La primera vez que lo hizo públicamente fue en el año 2010 durante la misa con la que clausuró el Año Sacerdotal en la que además prometió actuar para que no sucediese nunca más. «También pedimos de todo corazón perdón a Dios y a las víctimas y prometemos hacer todo lo posible para que semejante abuso no vuelva a suceder jamás», dijo el Papa emérito en esa ocasión.
En su misiva, el papa emérito también se refiere a la polémica causada tras la publicación del informe de la Iglesia alemana, que contabilizó que al menos 497 víctimas que fueron objeto de ataques sexuales entre 1945 y 2019 por parte de miembros del clero. Benedicto XVI, que cumplirá 95 años en abril, respondió con un escrito de 82 páginas a las solicitudes presentadas por el bufete de abogados encargado de hacer la pericia para esclarecer su posición tras haber examinado parte de la documentación en los archivos diocesanos.
Tras apuntarle que otros testigos afirmaban que sí estuvo presente en la reunión del 15 de enero de 1980 --en la que se trató el caso del sacerdote pederasta Peter Hullermann y en la que el entonces obispo Ratzinger aprobó que residiera en el territorio de su diócesis, pero en un recinto sacerdotal y exclusivamente para recibir terapia-- Benedicto XVI corrigió su error y admitió que sí que había estado presente. «Me ha profundamente impactado que el despiste haya sido utilizado para dudar de mi sinceridad e incluso para presentarme como un mentiroso», afirma. En este sentido, explica que en el «ingente trabajo de esos días» -la elaboración de su posición- sucedió un despiste respecto a su participación en una reunión el 15 de enero de 1980. «Este error, que por desgracia se ha verificado, no ha sido cometido intencionadamente y espero que pueda ser excusado. Ya he dispuesto que por parte del arzobispo Gänswein sea comunicado en la declaración a la prensa del 24 de enero de 2022», subraya Benedicto XVI.
Además, asegura que durante los encuentros que ha mantenido con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes ha «mirado en los ojos las consecuencias de una grandísima culpa». «He aprendido a entender que nosotros mismos vamos arrastrados cuando lo descuidamos o cuando no lo afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad como, por desgracia, ha pasado y pasa todavía», asegura. «Como en aquellas reuniones, solo una vez más puedo exprimir en relación a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón», ha añadido. El papa emérito ha señalado el «gran dolor» que le han provocado «los abusos y errores ocurridos» mientras que él estaba al frente de las distintas instituciones eclesiales que ha presidido durante sus 5 años como arzobispo de Múnich, 23 como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y casi 8 como Papa. «Cada caso de abuso sexual es terrible e irreparable. A las víctimas abusadas sexualmente va mi profunda compasión; lamento todos y cada uno de los casos», ha añadido.
El Papa emérito ha equiparado que la Iglesia no afronte la cuestión de los abusos sexuales con decisión y responsabilidad, con los apóstoles que se duermen y dejan a Jesús solo a pocos minutos de la Pasión. «Cada vez comprendo más la repugnancia y el miedo que Cristo experimentó en el Monte de los Olivos cuando vio todo lo terrible que tendría que superar interiormente. El hecho de que los discípulos estuvieran dormidos en ese momento es, por desgracia, una situación que también se repite hoy y por la que también me siento interpelado. Así que sólo puedo rezar al Señor e implorar a todos los ángeles y santos y a vosotros, queridos hermanos y hermanas, que recéis al Señor, nuestro Dios, por mí», ha reflexionado.
El Papa emérito, no obstante, ha asegurado que le han conmovido «las numerosas expresiones de confianza, los cálidos testimonios y las conmovedoras cartas de aliento» que ha recibido de tantas personas tras la polémica. «Estoy especialmente agradecido por la confianza, el apoyo y las oraciones que el Papa Francisco me ha expresado personalmente», ha asegurado. Al final de la carta también ha asegurado: «Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo al mirar hacia atrás en mi larga vida, me alegro, sin embargo, porque creo firmemente que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya ha sufrido él mismo mis defectos y es, por tanto, como juez, también mi abogado (Paráclito)». Del mismo modo, ha descrito la gracia que supone para él ser cristiano porque le da «conocimiento y, más aún, amistad con el juez de mi vida y me permite atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte».
Durante el Pontificado de Benedicto XVI, el Vaticano reconoció 4.000 casos de abusos sexuales a menores por parte de clérigos. El Papa emérito pidió entonces una profunda renovación de la Iglesia, recordando que «la ayuda de curación a las víctimas debe ser la preocupación principal de la comunidad cristiana, y debe ir de la mano de una profunda renovación de la Iglesia a todos los niveles». Asimismo, coordinó el lanzamiento de una página web para aprender a prevenir los abusos sexuales a menores.