A pesar de que un lapsus lo tiene cualquiera, lo acontecido en Estados Unidos a raíz del comentario de una congresista ultraconservadora y partidaria de las teorías más radicales y conspiranoicas llama poderosamente la atención. Marjorie Taylor Greene, congresista republicana, es una de las voces de la jornada. Conocida por ser una de las representantes más polémicas en la Cámara de Representantes norteamericana, ha confundido ni más ni menos el gazpacho con la Gestapo, la Policía secreta de la Alemania nazi. Y todo ello para criticar a la líder demócrata Nancy Pelosi.
Taylor Greene ha asegurado que la presidenta de la Cámara Baja recurre a tácticas ilegales: «Ahora tenemos la Policía de gazpacho de Nancy Pelosi espiando a los miembros del Congreso, espiando la labor legislativa que hacemos, espiando a nuestro personal y espiando a los ciudadanos que quieren hablar con sus representantes». La confusión, ocurrida durante una entrevista en One America News Network, ha suscitado todo tipo de bromas y aclaraciones, entre ellas la del cocinero español José Andrés.
Efectivamente en España la referencia de la congresista cercana a las tesis de QAnon y otros grupúsculos negacionistas y ultraliberales ha causado una profunda sensación, de la sorpresa al desconcierto y al humor, todo ello revuelto en las redes sociales. Así el conocido chef afincado desde hace tiempo en Nueva York ha sido uno de los que ha bromeado con que él mismo creó una «policía de gazpacho» para «asegurarse de que nadie echa tabasco o jalapeños o cosas extrañas» en el plato tradicional español más propio de la época veraniega.
«Por favor, no culpe a nadie que no sea yo», ha escrito en un tuit, en el que también ha instado a Taylor Greene a ponerse la mascarilla y vacunarse -la congresista ha recogido todo tipo de teorías de la conspiración sobre la pandemia de COVID-19-. La propia congresista ha recogido el guante de todas las bromas para proclamar que «no habrá sopa para quienes espían ilegalmente a los congresistas». «Terminarán en el gulash», ha añadido, en un juego de palabras entre el plato típico de Europa del este y los gulags de la era soviética.