Cupos de acceso a playas y archipiélagos paradisíacos o limitaciones para visitar especies salvajes y parques naturales son algunas de las medidas que están adoptando los países para preservar los entornos naturales del turismo de masas, tras las imágenes de colas de montañeros ascendiendo a los picos más altos del planeta. «Los entornos naturales, por su enorme valor ecológico, tienen que preservarse frente a un turismo masivo que pueden degradarlos, con regulaciones que permitan su disfrute ciudadano aunque con garantías de conservación», asegura la portavoz de Ecologistas en Acción Pau Monasterio.
Al sur de Europa, España, un privilegiado escaparate orográfico, rico en flora y fauna, de climas variados, en la península y las islas, con dieciséis parques nacionales y otros muchos de carácter regional, europeo y local, son cada vez más las restricciones que se están desplegando para preservar los entornos naturales frente al turismo de masas. Algunos ejemplos son la península de Formentor, al norte de Mallorca o el parque nacional de Cabrera. La playa gallega de las Catedrales, un monumento natural de arena y rocas esculpidas por el mar, además de la reserva natural de Doñana, en Andalucía, o el volcán del Teide, en la isla Tenerife, son algunos de los numerosos enclaves naturales en este país con limitaciones de acceso público.
También en Europa, la atractiva Italia cuenta con diversidad de áreas naturales protegidas; por ejemplo, está prohibido poner un pie en la isla de Budelli (este), en la costa Esmeralda de Cerdeña, pero el caso más emblemático es Venecia (nordeste) y la laguna en la que se encuentra: desde hace un año está prohibida la entrada a los cruceros de turistas y, además, será la primera del mundo en la que, para entrar a sus calles, el visitante tendrá que reservar a partir de 2023.
Más al norte, con cerca de 250 millones de visitas al año, el Reino Unido cuenta con 15 parques nacionales y 46 áreas de destacada belleza natural, aunque algunos picos de montaña, aún sin restricciones, como Snowdon (en Gales), y el Scafell (Inglaterra) están muy concurridos. Por otra parte, en el concurrido parque natural francés de las Calanques de Marsella el acceso a la cala Sugiton se acaba de limitar a 400 personas, y la isla de Córcega tiene cupos para visitar el archipiélago de las Lavezzi para no superar 2.000 visitantes simultáneos.
Al otro lado del Atlántico hay limitaciones al turismo en Galápagos (Ecuador), y en algunos parques de Estados Unidos; asimismo, en Brasil, el acceso al archipiélago Fernando de Noronha, a 375 kilómetros de la costa, tiene límite diario de visitantes ( 675) y se cobra una tasa ambiental y tarifa de acceso al parque nacional y en las cataratas del Iguazú, que limitan con Argentina, las autoridades intentan que no se superen las 3.500 visitas diarias.
En Venezuela, las políticas públicas de preservación de áreas protegidas y parques nacionales han suscitado debate tras la denuncia de organizaciones no gubernamentales frente a la proliferación de minería ilegal y otras actividades en ecosistemas como Canaima, patrimonio de la humanidad. Tampoco el archipiélago de Los Roques tiene limitaciones más allá de la capacidad de hospedaje. En África, para evitar interferencias en el comportamiento de los gorilas salvajes ni transmitirles enfermedades, solo ocho turistas al día pueden visitar alguna familia «habituada», es decir, salvaje aunque más o menos acostumbrada a la presencia humana; una presión que en algunos puntos está alcanzando cotas peligrosas a la vista de lo que revelan las siguientes imágenes.
Esta especie endémica de la cordillera fronteriza con Uganda, Ruanda y la República Democrática del Congo estuvo a punto de extinguirse a finales del pasado siglo. Por el contrario, en el Parque Nacional del Serengueti, en Tanzania, o la Reserva Nacional del Masái Mara, en Kenia, las reiteradas reclamaciones de los ecologistas de un cupo de visitas no han tenido éxito. En el sudeste asiático, en Tailandia, la mayoría de parques naturales cobran tasa de entrada y limitan la cifra de visitantes. En el caso de la playa Maya Bay, inmortalizada por la película «La Playa» de Leonardo DiCaprio, en la isla de Phi Phi, ha sido reabierta en 2021 aunque con numero limitado de turistas.
En Indonesia las autoridades acaban de aumentar el precio de entrada a dos de las islas del Parque Nacional de Komodo, un archipiélago donde habita el dragón más grande del mundo, mientras en Nueva Zelanda se estudia reducir las visitas al fiordo Milford Sound-Piopiotahi (Isla Sur), Patrimonio de la Humanidad y uno de los destinos naturales más atractivos del mundo. El país también se plantea obligar a que los vehículos de acampada estén equipados con inodoro fijo para reducir el problema de excrementos de turistas en terrenos públicos.
En Australia, en regiones como Queensland, con la Gran Barrera de Coral, se sopesa un posible nuevo impuesto al turismo y también en los parques naturales. En Uluru, con el gigantesco monolito rojo, sagrado en la cultura aborigen, está prohibido escalar a su cúspide tras la crisis de sostenibilidad a causa de una ola de turistas que esparcían todo tipo de desechos, también fecales.