Al borde de la muerte y apurando sus últimas fuerzas, hoy Jalil Awawdeh vuelve a sonreír. A duras penas, pues los daños físicos y mentales de 182 días de huelga de hambre son severos. Este hombre palestino de 40 años de edad ha roto su ayuno decidido y voluntario, iniciado para denunciar a ojos de la comunidad internacional la injusticia que han hecho con él, en detención administrativa en una cárcel de Israel sin conocer de qué se le acusa, ni cuáles son las evidencias en su contra e incluso carecer de fecha para ser juzgado. Hoy Jalil ha recibido el compromiso de las autoridades israelíes de que en poco tiempo van a poner fin a su cautiverio.
Este jueves los medios sociales comprometidos con la causa palestina que han seguido de cerca su acción han publicado un vídeo en el que Jalil Awawdeh da sus primeros sorbos a un té y dedica algunas palabras a todas aquellas personas que han sufrido por verle quedarse en los huesos. El alivio no es total porque el varón ya abandonó una vez la huelga de hambre, y poco después la retomó ante el incumplimiento de las promesas de excarcelación.
En concreto, la comisión palestina que examina la situación de los presos ha asegurado este miércoles que Awawdeh ha depuesto la protesta de nuevo después de que Israel haya accedido a poner tope a su detención administrativa para liberarlo el 2 de octubre. La Sociedad de Presos Palestinos ha aclarado que, por ahora, el detenido seguirá en el hospital dado su delicado estado, según la agencia de noticias Wafa.
La política de detención administrativa de Israel permite la detención de palestinos sin cargos ni juicio por intervalos renovables que suelen oscilar entre tres y seis meses, sobre la base de pruebas no reveladas que ni siquiera el abogado del detenido puede ver, un punto sobre el cual han alertado distintas entidades que trabajan por la defensa y promoción de los derechos humanos.