Con la Navidad llamando a la puerta se acusa más la lejanía del hogar. En las últimas horas han trascendido los desgarradores llamados de auxilio de varios soldados rusos que se encontraban luchando en Ucrania. Se trata de conexiones telefónicas clandestinas con sus casas que trasladan cómo viven algunos invasores aquello que el Kremlin ha bautizado desde el principio de 'operación militar especial'. «Permitieron que nos masacraran» llegan a mencionar algunos combatientes, disgustados por la ineficiencia de la cadena de mando rusa y la falta de suministros.
Medios internacionales han publicado en las últimas fechas las conversaciones de varios soldados rusos con sus familiares. Es el caso del británico The Guardian, que recoge las penurias a las que se ven abocados los soldados convocados por Vladímir Putin para ganar peso en el país vecino. Una mirada que plasma «la realidad de la guerra para las fuerzas del Kremlin» con toda su crudeza.
El rotativo británico narra cómo en el frente del Donbás, donde se libran los combates más encarnizados, «un militar ruso llamado Andrey decidió ignorar las órdenes de sus superiores y llamar a su madre con un teléfono móvil no autorizado» en plena contraofensiva ucraniana, a principios del pasado mes de noviembre. «Nadie nos da de comer nada, mamá. Nuestro suministro es una mierda para ser honestos. Sacamos el agua de los charcos, luego la colamos y nos la bebemos».
Los rusos se adentraron con facilidad en la provincia al inicio de la invasión, pero las tornas cambiaron y en octubre su posición fue capturada por las fuerzas ucranianas. Dos días antes de que Andrey hiciera su llamada a casa, las fuerzas rusas «finalmente» habían comenzado a disparar contra las posiciones ucranianas con bombas de fósforo, tal y como relata él a su progenitora, pero la munición prometida que podría haberles dado ventaja quedó en papel mojado y sufrieron por ello.
Otros soldados denunciaron a sus familiares que sus superiores amenazaban con dispararles si ponían en cuestión sus órdenes. En una comunicación interceptada por la inteligencia de Ucrania el pasado 26 de octubre otro soldado ruso explica a su esposa cómo escapó por los pelos de una ratonera, y se plantea seriamente rendirse y entregarse a las autoridades de Kiev.
La historia es netamente diferente en el caso de Oleh, un soldado ucraniano herido en la guerra que estos días regresa a su país de origen después de pasar varios meses en México curando sus heridas. Tiene dos cosas en mente: celebrar el doceavo cumpleaños de su hijo y regresar a la batalla. Oleh es uno de la docena de soldados ucranianos que han recibido prótesis biónicas en el país centroamericano, a través de un acuerdo con la embajada de Ucrania.
Este soldado profesional luce un tatuaje en su brazo izquierdo que dice «pugnare cum gladio», que en latín significa «luchar con una espada». Aseguró haberse unido por primera vez a las fuerzas ucranianas como voluntario en 2014, cuando comenzó la invasión rusa de Crimea, y volvió a tomar las armas cuando los soldados rusos cruzaron la frontera por orden de Putin. «Es algo automático», dijo Oleh sobre su decisión. «No tenemos otra opción» agregó.