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Ferrovial se muda en medio del escepticismo empresarial en Países Bajos

Los neerlandeses pierden reputación y puntos en las listas internacionales de negocios por un cúmulo de factores negativos que han activado las alarmas

Modernas torres en el centro de negocios de La Haya. | djedj

| La Haya |

La decisión de Ferrovial de trasladarse a Países Bajos llega en un momento de escepticismo y éxodo empresarial para los neerlandeses, que pierden reputación y puntos en las listas internacionales de negocios por un cúmulo de factores negativos que han activado las alarmas de su gobierno y parlamento.

Países Bajos ha bajado este año dos puntos en la Lista de Competitividad Mundial, con la que la prestigiosa escuela suiza de negocios IMD evalúa el clima de inversiones y política fiscal, lo que ha caído como un jarro de agua fría en el gobierno del liberal Mark Rutte, que siempre ha tratado de seducir a las empresas, pero no hace más que perderlas últimamente.

En el Monitor de Innovación Neerlandés de la Universidad de Ámsterdam, de los mayores estudios basados en encuestas, las empresas dan un 6,9 al clima empresarial de Países Bajos, con optimismo sobre la infraestructura, los servicios y la calidad de vida, pero con preocupación sobre otros desarrollos, como el ascendente número de leyes en constante cambio y el clima fiscal menos atractivo, con el gobierno comprometido en luchar contra la evasión fiscal. Unos 22.000 millones de euros en impuestos corporativos se desvían a través de estructuras legales en Países Bajos. Por tanto, un 23% de las empresas neerlandesas dicen estar considerando trasladarse al extranjero, lo que asciende al 33% en el caso de las empresas internacionales.

«Esto es preocupante», admitió la ministra neerlandesa de Asuntos Económicos, Micky Adriaansens. La incertidumbre es el argumento que repiten compañías, diputados y expertos cuando tratan de analizar la situación. La organización de empleadores VNO-NCW consideró que el clima de negocios neerlandés está «cambiando y deteriorándose» porque Países Bajos está luchando contra cada vez «más problemas, que ejercen presión sobre el clima empresarial».

La lista es larga: la indecisión política sobre la crisis de nitrógeno (que requiere el cierre de granjas, causa grandes protestas y mantiene paralizado el sector de la construcción), la escasez de personal en el mercado laboral, la crisis de vivienda, la capacidad limitada de la red de energía, o los problemas del aeropuerto internacional Schiphol de Ámsterdam.

«El clima comercial y de negocios neerlandés amenaza con deteriorarse por la incertidumbre, con posibles consecuencias adversas para la cantidad y la calidad de los puestos de trabajo», agregó la ministra Christianne van der Wal. Desde VNO-NCW, le dan la razón: «Los empresarios odian la incertidumbre. Al fin y al cabo se trata de inversiones a largo plazo, de 10 o 20 años. Quieren estar seguros, y todos estos debates no contribuyen a eso» y «no es la cantidad de impuestos lo que más importa, sino la estabilidad y la confianza, no seguir jugando con diferentes esquemas impositivos».

El clima fiscal y empresarial favorable fue siempre una razón importante para establecer un negocio en Países Bajos, sobre todo por las bajas tasas y los esquemas fiscales atractivos hechos a medida para las multinacionales, pero la carga fiscal ha ido en aumento desde hace unos años, lo que ha llevado a empresas como Shell y Unilever a abandonar este país. Ambas apostaron en los últimos dos años por irse a Londres y renunciar a su doble estructura fiscal británico-neerlandesa.

Antes intentaron que Rutte aboliera el impuesto a los dividendos, que asciende al 15 %, pero no se les retiene en Reino Unido. La empresa de dragado Boskalis amenazó en enero con abandonar Países Bajos por el proyecto de Ley Internacional de Responsabilidad Social Corporativa, que obligaría a las empresas a evitar que sus actividades tengan un impacto negativo en los derechos humanos, laborales o ambientales, lo que va desde el trabajo infantil, la explotación y la contaminación allá donde hagan negocios. El director ejecutivo de Boskalis, Peter Berdowski, dijo que la «nueva ley hace que hacer negocios sea un tanto incierto».

Esta es una de las empresas de dragado más grandes del mundo, emplea a más de 10.000 personas y facturó unos 2.957 millones de euros en 2021. No está claro qué pasará con este proyecto de ley, pero la prensa local filtró que el gobierno está planteándose renunciar a esta norma para no asustar a las empresas. Además, los desacuerdos entre gobierno central y local sobre el consumo de energía por las grandes empresas en un momento de escasez y altos precios han llevado a la cancelación de la construcción de un gran centro de datos del gigante estadounidense Meta en Países Bajos.

Tampoco ha ayudado a la imagen el cierre forzoso en 2030 de las centrales eléctricas de carbón de las compañías alemanas Uniper y RWE, que llegaron al país en 2015 y 2016 persuadidas por el gobierno neerlandés. Dado este panorama, la decisión de Ferrovial ha sido bien recibida en el país. Un portavoz del Ministerio de Asuntos Económicos aseguró que les «gusta recibir empresas, grandes y pequeñas, que quieren establecerse aquí». La Comisión Europea prefiere no comentar porque «es una decisión empresarial».

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