El Papa Francisco ha llegado este miércoles a Lisboa para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) , el evento más multitudinario que organiza la Iglesia católica, y su primer acto ha sido el discurso a las autoridades del país en el centro Cultural de Belèm, después de reunirse con el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa.
«En el mundo desarrollado de hoy, paradójicamente, se ha convertido en una prioridad la defensa de la vida humana, puesta en peligro por las derivas utilitaristas que la usan y la desechan», dijo Francisco en su largo discurso. Una buena parte de la alocución del papa estuvo dedicada a la Unión Europea y su falta de soluciones para resolver conflictos como el de Ucrania, pero también lamentó una Europa y un Occidente que descartan a los ancianos, construyen muros de alambre de espino o de «las tragedias en el mar y las cunas vacías».
«¿Hacia dónde van si, ante el dolor de vivir, ofrecen remedios superficiales y equivocados, como el fácil acceso a la muerte, una solución de conveniencia que parece dulce, pero que en realidad es más amarga que las aguas del mar?», dijo Francisco en una dura crítica a la eutanasia. Portugal aprobó este año la ley de despenalización de la eutanasia tras casi seis años de proceso, dos vetos políticos y dos vetos del Tribunal Constitucional.
El texto define la muerte médicamente asistida como la que «ocurre por decisión propia», aplicable en mayores de edad que demuestren un «sufrimiento de gran intensidad, con lesión definitiva de gravedad extrema o enfermedad grave e incurable« y cuando es «practicada o ayudada por un profesional de la salud». Se da prioridad al suicidio asistido y podrá aplicarse en casos de enfermos incapaces físicamente de hacerlo por sí mismos