El ministro francés de Interior, Gérald Darmanin, viaja este lunes a Italia para tratar sobre la manera de ayudar al Gobierno de este país a controlar la frontera para impedir la avalancha de inmigrantes como la llegada a la isla italiana de Lampedusa y expulsar rápidamente a los sin papeles.
En una entrevista radiotelevisada por Europe 1 y CNews, Darmanin insistió en que se trata de aplicar el acuerdo europeo sobre la inmigración del pasado mes de junio, que prevé una acción conjunta para reducir los flujos de entrada de migrantes desde la orilla sur del Mediterráneo y un examen de las demandas de asilo de los que pese a todo lleguen a Europa en la frontera.
Reiteró la idea de que Francia va a «ayudar a Italia a controlar su frontera para impedir que la gente llegue», por una parte, y a los que entran de forma clandestina mantenerlos en la frontera mientras se examina su caso, para determinar si tienen derecho al asilo.
Cuando no es así, añadió, el objetivo es «expulsarlos rápidamente a sus países».
«Sólo los acogeremos si respetan las reglas del asilo, si están perseguidos. Pero si simplemente es una inmigración irregular, Francia no los puede acoger, como tampoco otros países», subrayó el ministro al ser preguntado sobre las personas llegadas en los últimos días a Lampedusa.
En concreto, indicó que de los más de 8.000 que han llegado a esta isla italiana, «muchos» no sufren persecución política, y por tanto deben ser expulsados.
«Tenemos que expulsar a sus países a los que no tienen nada qué hacer en Europa», insistió después de haber avisado de que «Francia es muy firme» sobre esta cuestión.
También justificó el apoyo que ahora está mostrando al Gobierno de la ultraderechista primera ministra italiana, Giorgia Meloni, con la que había mantenido múltiples fricciones en nombre de los intereses franceses, ya que muchos de los migrantes que llegan del norte de África por Italia, luego intentan pasar a Francia.
El ministro francés aprovechó para cargar contra la extrema derecha francesa, a la que reprochó falta de patriotismo por no querer votar en el Parlamento Europeo en favor del acuerdo conseguido entre los países miembros