El individuo abatido por disparos de la Policía en Bélgica tras el ataque mortal de este lunes que causó dos fallecidos y una tercera persona herida grave, todos ellos ciudadanos suecos, reivindicó la autoría del atentado en un mensaje difundido en redes sociales en donde se identificaba como miembro del Estado Islámico. Precisamente, este mismo martes, dos hombres de origen egipcio han sido detenidos en Milán (Italia) por su pertenencia a la misma organización terrorista. La sombra del Dáesh reaparece en Europa en un momento de repunte de tensión, en pleno conflicto a gran escala entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza.
Las autoridades belgas han confirmado que el hombre neutralizado a primera hora de este martes ha fallecido y es el sospechoso de haber atentado la víspera en el norte de Bruselas con fusil de asalto, tras lo cual se dio a la fuga en una motocicleta. El ataque coincidió con un partido de fútbol entre los combinados nacionales de Bélgica y Suecia, y el encuentro oficial quedó suspendido tras haber sido informados los futbolistas escandinavos del violento incidente en el tiempo de descanso.
Más allá de la reciente tensión en la zona gazatí y en Cisjordania, algunos grupúsculos extremistas habían amenazado a Suecia y a sus nacionales hace unas pocas semanas. El motivo esgrimido lo hallaron en actos públicos de quema del Corán, el libro sagrado de los musulmanes, y las imágenes provocaron encendidas respuestas y el rechazo diplomático de distintos actores del mundo islámico.
Las quemas del Corán no son episodios nuevos, aunque el auge de la extrema derecha en amplias zonas de Europa y el repunte de la islamofobia las traen nuevamente a colación. De este modo no queda zanjado el debate entre los límites de libertad de expresión y de culto religioso, y las manifestaciones que según los expertos rozan el delito de odio.
El sospechoso, Abdesalem L., de 45 años y origen tunecino, residía en el distrito bruselense de Schaerbeek, mismo barrio en el que ha sido localizado y abatido por los agentes belgas. La quema del Corán en Suecia obtuvo múltiples reprimendas en el ámbito internacional, principalmente de países islámicos que consideran este hecho como una ofensa de primer orden. También tuvo implicaciones diplomáticas para Estocolmo, quien vio dificultado su acceso a la OTAN por parte de Turquía.
En aquel momento, el régimen de Ankara calificó la quema del Corán como un hecho «escandaloso y despreciable». Un hombre de origen iraquí fue autorizado por la policía sueca a quemar un ejemplar del Corán en la mezquita central de la capital. Primero arrancó las páginas del libro sagrado del Islam para limpiarse los zapatos con ellas y también impregnó sus líneas con tocino antes de quemarlas. Las protestas de miembros de la confesión en Suecia fueron infructuosas, y la quema del Corán coincidió con el Eid al Adha, la Fiesta del Sacrificio o la festividad más importante en el calendario musulmán.