El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, ha tenido que escuchar este jueves en persona las acusaciones de «brutalidad» e «ilegalidad» cometidas por su país en Ucrania, durante una reunión de alto nivel de la OSCE en Skopje en la que su presencia ha sido criticada por varios Estados miembros.
Lavrov fue uno de los últimos representantes de los 57 países que forman la OSCE en entrar en la sala donde la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) celebra hasta el viernes su 30 Consejo Ministerial. Sentado entre San Marino y la silla vacía de Rumanía, que pareció sumarse así al boicot de otros cinco miembros de la OSCE, Lavrov escuchó con rostro impasible, y tomando café, las acusaciones de brutalidad en Ucrania.
«Agresión militar», «flagrante violación» de la legislación internacional o «brutalidad» fueron algunas de las acusaciones lanzadas al comienzo del Consejo por el primer ministro de Macedonia del Norte, Dimitar Kovachevski, y de su ministro de Exteriores, Bujar Osmani. Lavrov no había sido invitado ya anoche a la cena de gala organizada por la presidencia madedonia del Consejo Ministerial, ni estuvo en la foto de familia con los ministros de Exteriores o jefes de delegación de los 57 países de América del Norte, Europa y Asia que forman la OSCE.
Ucrania, y cuatro países de la UE y de la OTAN, Letonia, Estonia, Lituania y Polonia, han boicoteado el Consejo por la presencia de Lavrov. El alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, mostró su comprensión por el «malestar» de estos Estados ante la «guerra ilegal» de Ucrania y sus violaciones de los principios de la OSCE y de la ONU. Pero también dijo que el Consejo es una buena oportunidad para que Lavrov escuche en persona por qué Rusia «está siendo condenada y aislada» en el ámbito internacional.